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domingo, 20 de noviembre de 2016

Ficción & No Ficción en la Literatura



TEXTOS DE PARTICIPANTES V



 BEATRIZ FAISAL











Nacida en Buenos Aires, de padres entrerrianos descendiente de libaneses, fue criada bajo la mirada severa de su padre que hubiera deseado tener un varón y se lo manifestaba en cada oportunidad que se presentaba.
Sólo tiene una hermana – discapacitada-, cuya discapacidad justamente hizo que la familia le exigiera todo a ella y que careciera de las complicidades de la fraternidad.
Como muchas personas cercanas a gente en estas condiciones, odia utilizar expresiones como capacidades diferentes y toda una serie de eufemismos “distractores y políticamente correctos”. Siempre fue y sigue siendo responsable respecto a su hermana, es una permanente preocupación y  una real ocupación, tanto para su madre como para ella. La vida la compensó con las fraternidades elegidas: una cantidad de amigas compinches, incondicionales.
Su padre murió demasiado joven y las obligaciones familiares quedaron a su cargo.
Hizo la escuela secundaria con orientación en Ciencias: Física y  Mátemáticas.
Estudió en el Instituto Superior del Profesorado de Lenguas Vivas y además se recibió de Meteoróloga.
De chica no se dedicaba mucho a la lectura ni al deporte. Recién empezó a practicar deportes de adulta. 
Casada, con dos hijos: el varón, casado con una chilena,  vive en Santiago de Chile adonde Beatriz va cuando puede a disfrutar de sus dos nietos y su hija, en Buenos Aires.
Una vez divorciada, vive en compañía de su gata Mía.
Siempre me quiso expresar sus opiniones, sus sentimientos, sus pensamientos e incluso sus fantasías, aunque nunca se había dedicado a escribir. Por medio de la web encontró en 2013 algo para seguir: este Seminario – Taller y se anotó. Pero la profesora se había accidentado y empezó recién en el segundo semestre. Cuando iba a comenzar después de las vacaciones de invierno, a su vez, Beatriz se accidentó en su casa: dolores, la cara negra, morada... Cuando volvió a verse “normal otra vez”, se incorporó al curso un mes después.
“La onda fue automática, me sentía incluida desde el principio y hoy, aunque no voy más, sigo siendo amiga de Ana.” dice.
Trata de disfrutar de suss nietos a los que considera  -con criterio bien hassídico, aunque siente el orgullo de su sangre libanesa- “la recompensa que nos da el cielo por no haber matado a los hijos...” 
Le hubiera gustado ser abogada y nunca podría ser polícía o militar. De renacer, querría ser un balsámico y sugestivo clavel o una gata -¿entendido?, ¡no un gato!-. Y es lógico: es observadora, incisiva, aguda, más rápida y feroz que un rayo. Y tal vez  por eso le gustan las tomentas y sonido de las rompientes… Su sola mirada puede ser fatal.
Rebelde a su manera, no se compromete con lo que no le cae bien, pero su honradez no la lleva a borrarse: es solidaria, voluntariosa, persistente, amigable. Y suele decir verdades que caen como piedras. Lo peor tal vez es lo que suele callar…
Tal vez por eso se deleita con escribir algunas cosas al estilo de Dalton Trevisan.
Espera que al llegar al Paraíso, Dios le diga: "Acá está tu papá esperándote..."  o, si no, “lo hiciste lo mejor que pudiste”.
Hace un tiempo abandonó el curso por razones personales, pero no se ausentó… al contrario, se la sigue considerando parte y arte.

EL PEOR SILENCIO

Al estilo de D. Trevisan.

En el silencio de la noche el aullido se hacía más agudo.
Me despertaba, me  angustiaba, me desvelaba. 

Lo tenía localizado, era en la pared entre el baño y el placard.
Revisé el placard tantas veces… Nada.

Aaauuuuuhh!  Seguía retumbando en mis oídos.

La segunda noche fue peor. Y la tercera…

Había dolor en el lamento.

Los vecinos no lo escuchaban. Me miraban raro: -¿un aullido en la pared, de noche? Seguramente lo soñaste.

No aguantaba más, abrí todas las canillas, la fría primero, la caliente después y dejando el agua correr me dormí.

A la madrugada me desperté sobresaltada. Cerré todo y el silencio era absoluto, envolvente, opresivo. ¿Se fue?

Apoyé la cabeza en la pared y nada.

Busqué un vaso para escuchar mejor, nada.

Me desesperé y empecé a golpear la pared en búsqueda de alguna señal, no hubo respuesta.

Corrí a agarrar un martillo y golpeé con furia, después con la maza. Se abrió un boquete, pero no veía ni oía nada. Seguí rompiendo, desesperada, asustada.

Finalmente atravesé los ladrillos y ahí estaba… un pedazo de ala quebrada y unas uñas rotas ensangrentadas.



Nunca más lloró.











CUALQUIER SEMEJANZA CON LA REALIDAD…

I. Sus charlas, sus palabras, sus sonidos, su perfume, su risa, su mirada.
El desorden, su ropa desparramada, el mate, los papeles, la música, el ruido, sus caricias.
El silencio, el orden y la calma no pueden reemplazar su presencia.
Se lo extraña y su foto sobre el mueble no le hace justicia.

II. Seria, callada, introvertida. Despeinada, sucia, mal vestida.
Desagradable en todos los sentidos la convirtieron los años de manicomio.

III. El océano, el agua, la espuma, la sal. Las conchillas, la arena. El viento y el sol.
La música, los aplausos, las ovaciones y la reina del verano desfilando ante los ojos la multitud.

IV. Lo conocí y él era joven, divertido, atlético y deportista. Entusiasta. Se involucró en política y la mentira, la vergüenza, la falta de plata, los negociados fueron cambiando su ánimo.
Se hizo viejo en poco tiempo. Canoso, arrugado, frío, distante, aburrido.

Depresivo y mala onda nos fue alejando a todos hasta quedarse solo con su mal humor.


V. Joven, ingenua, soñadora. Confiada e inocente. Aferrada a los valores heredados. De pelo oscuro, inteligente, flaca y controvertida.
Generosa en la amistad y en el amor.
Divertida y conversadora.
Si se enoja, se pone seria, enmudece, sus ojos se tornan vidriosos y su boca se sella. Se recoge el cabello, cruza sus brazos y se aisla.


®© Beatriz Faisal, 2014-2016.

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