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miércoles, 22 de octubre de 2014

Octubre - Mes de la Poesía Ciudadana Edición Virtual - Tinta roja - Cátulo Castillo


         Una vez, hace diecisiete años largos, cuando era feliz y documentada, supe proponer a la persona con quien yo trabajaba en el Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires presentar un proyecto de Ordenanza que fue de los últimos que se presentó de ese tenor que tenía como objetivo que la Ciudad hiciera homenajes a los distintos poetas populares, especialmente, del tango, que tuvieron sobre todo como tema justamente elementos de Buenos Aires. Hubo discusiones en la Comisión de Literatura, pero finalmente se aprobó por unanimidad el Proyecto y se convirtió en la Ordenanza Nº 51.681 / 97.

         En esa época también era miembro del Consejo Directivo de la Academia Nacional del Tango y allí también se armó una discusión sobre qué era ciudadano, qué no, con dimes y diretes. La verdad el concepto puede ser muy amplio, aunque yo había tomado este mes sobre todo porque tenía muchas efemérides de los poetas del tango -otra discusión aparte que para muchos todavía no se zanjó-.

         He aquí que sólo se hizo dos veces este homenaje. Ni bien subió la Alianza alguien se lo encargó a una colega que organizó una o dos charlas en el Centro Cultural General San Martín sobre Borges y la ciudad. No era el bedoeling  –‘el objetivo, la intención’, como dirían los holandeses- o como se diría en este caso, el ”espíritu de la norma”.

         Un año más tarde lo organizamos en distintos centros culturales del Programa Cultural en Barrios: Así en el Centro Cultural Sebastián Piana, Luis Labraña y yo hablamos de Cátulo Castillo, en el Julián Centeya que no estaba en donde está ahora, una noche terrible de lluvia Gabriel Soria y yo hablamos con muy poca gente y mucha atención de Amletto Vergiatti, o sea, “el hombre gris de Buenos Aires”, en el Centro Cultural Baldomero Fernández Moreno, el tema fue Discépolo y habló el Dr. en Filosofía Daniel Dei, ganador del Premio Ensayo de la Ciudad de Buenos Aires justamente por su libro Todavía la esperanza que desbarata el mito del pesimismo discepoliano, Enrique H. Sosa, autor de Discépolo. Tango. Religión del pueblo y testimonio y la que suscribe, entre otros.

         Nunca más se hizo ni creo que muchos sepan de su existencia.

 
ORDENANZA Nº 51.681
BOCBA 276 Publ. 08/09/1997
Artículo 1º - Declárase Mes de la Poesía Ciudadana el mes de octubre, con motivo de celebrarse ese mes distintas conmemoraciones referidas a poetas del tango. A saber: aniversario del nacimiento de Julián Centeya [l 5-X-1910], de Juan Carlos Lamadrid [30-X-1910], fallecimiento de Angel Villoldo [14-X-1919], José González Castillo [22-X-1937], de Cátulo Castillo [19-X-1975] y de César Tiempo [24-X-1975].
Art. 2° - El Poder Ejecutivo adoptará las medidas necesarias tendientes a desarrollar durante el Mes de la Poesía Ciudadana actividades y festejos alusivos.
Art 3º - Créase en el ámbito de la Secretaria de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires la Comisión de la Poesía Ciudadana que tendrá a su cargo la elaboración, planificación y organización de las actividades a que se refiere el artículo 2º.
Art. 4º - La Comisión creada en el artículo precedente estará conformada por representantes de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires y del Concejo Deliberante.
Asimismo, el Poder Ejecutivo procurará la integración a la misma de representantes de la Academia Nacional del Tango, de la Academia Porteña del Lunfardo, de la Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música y de la Sociedad Argentina de Escritores y de toda otra institución que tenga autoridad y desarrolle actividades afines a la materia.
Art. 5º - Dicha Comisión tendrá las siguientes tareas:
a.   Programar las acciones o eventos culturales a llevarse a cabo;
b.   Realizar una convocatoria de participación;
c.   Fijar los ámbitos de realización de las actividades;
d.   Fijar el cronograma de actividades del Mes de la Poesía Ciudadana;
e.   Evaluar la posibilidad de organizar un concurso de Poesía Ciudadana de la Ciudad de Buenos Aires y establecer las condiciones, los jurados y los premios;
f.    Elevar a la Secretaría de Cultura el Programa elaborado por la Comisión a los efectos de que ésta lo apruebe e implemente.
Art. 6º - El Poder Ejecutivo conformará la Comisión de la Poesía Ciudadana en el plazo de treinta [30] días de aprobada la presente y convocará a la misma de inmediato.

 



         Ahora lo retomamos virtualmente desde el Programa Lengua y Cultura Metropolitanas y hacemos este homenaje digital al poeta y compositor Ovidio Cátulo González Castillo, más conocido como Cátulo Castillo que nació en Buenos Aires Aires el 6 de agosto de 1906 y de cuyo fallecimiento se cumplieron 39 años el pasado domingo 19 de octubre.

          Y lo hacemos transcribiendo la presentación sobre mi sillón académico Tinta roja, en homenaje a su tango, presentado en el Plenario Abierto de la Academia Nacional del Tango, en la Bodega del Café Tortoni, el lunes 19 de diciembre de 1994.

 

TINTA ROJA

         Buenas noches, en primer lugar quiero agradecer a la gente de la Academia del Tango por el honor de pertenecer a ella y por ocupar nada menos que el sillón Tinta roja. Y quiero también decir que quien iba a venir a cantar en vivo por primera vez en público este tango como cierre era Adrián Guida, que lamentablemente nos dejó hace muy pocos días con gran dolor. A él le dedico también estas palabras.

         Vamos al sillón o, mejor dicho, vamos a Tinta roja.

         Los autores de este tango – milonga son Cátulo Castillo y Sebastián Piana, ambos lo suficientemente conocidos como para hablar en este caso de ellos.

         El tango fue estrenado por Francisco Fiorentino con Aníbal Troilo y que quedó como un tango característico de él, que durante dos décadas quedó como un tango de su exclusividad interpretativa, a tal punto que lo vuelve a grabar en el 50 con Mancione.

         Pero todo parecería indicar que la vuelta de Tinta roja, que lo convierte en un tango absolutamente popular se debe a las principales versiones cantadas de los 70, en especial la de Goyeneche con Aníbal Troilo [RCA Víctor, 1972], pero también la de Susana Rinaldi con Osvaldo Piro [Trova, 1973] y Alberto Marino con Tarantino [Disc Jockey, 1976].

         Además tenemos versiones como las de Roberto Achával con Osvaldo Piro [RCA Victor, 1978] y el Sexteto Tango c/ Raúl Funes [Microfón, 1978], Beba Bibart, Néstor Fabián, Jorge Sobral, Roberto Pacheco, Rubén Juárez, entre otras cantadas.

         Entre las instrumentales: Adolfo Berón y guitarras, el Cuarteto San Telmo c/ Leopoldo Federico y Roberto Grela, Los Indios Tacunau con José Libertella, Pierrre Montand, Roberto Pansera, Osvaldo Pugliese, Beba Pugliese, U. B. Tango, etc.

         Este tango, cuyo revival se debe -como dije- a las versiones de Goyeneche y de Susana Rinaldi, pertenece actualmente al repertorio de casi todos los intérpretes con alguna pretensión, aún de algunos que no llegaron a la profesionalización o a la difusión masiva.

         En cuanto a la música, creo si el poema contiene un mundo en sí mismo, la música habla a su vez por sí sola. Tinta roja es un tango-milonga, lo que significa que su forma rítmica es de marcación fuerte, sostenida e intensa, lo que le da ese compás tan característico.  Ahora les propongo oír esta versión de Tinta roja.

         [Se escucha Tinta roja en el piano de su autor, Sebastián Piana.]

         "El poema es  -repito-  un mundo en sí mismo".

         De ahí que me centre en el poema prescindiendo de las connotaciones contextuales.

         Estos versos de Cátulo componen nueve estrofas en total, incluyendo en ellas la repetición de la primera que funciona como un estribillo.

         Esto divide el tango en dos partes. En la mayoría de las versiones se canta sólo la primera parte y se suprime la séptima y octava estrofa.

         En general son de métrica diversa en el que abundan los tetrasílabos, los hepta y octosílabos, con mayoría de rima consonante: paredón - emoción - callejón - buzón - son - corazón - malvón - balcón o gris - feliz o fondín - carmín o raso - pedazo.

         Esta rima consonante coincide en la acentuación aguda, aunque tenemos otras como tano - lejano que son graves.

         En mía - alegría hay una concordancia rítmica y rímica con esquina, aunque en este caso es asonante.

         En el cuadro de las asonancias entra la combinación niñez- pisé.

         En la forma encontramos metáforas, epítetos pertinentes e impertinentes, preguntas retóricas, encabalgamiento. Es decir que esta letra comparte casi todas las técnicas de la poesía moderna.

         Si bien este tango se podría incorporar a la temática ya usada por los clásicos del ubi sunt, es decir, del ‘¿dónde están?’, tan típico del tantos tangos, lo que lo recostaría en el mundo de la nostalgia, en el del "todo tiempo pasado fue mejor". Lo extraño es que el paredón es Tinta roja que se destaca en el “gris ayer". Ese hilo rojo de la tinta traspasa todo el poema escrito en primera persona y en forma apelativa hacia los distintos objetos que conforman el mundo de la niñez. 

         El rojo del "ladrillo feliz" es un "borrón" en la "esquina" de la infancia que luego sigue su curso en el tiempo: el "buzón carmín" se adentra en el "llanto del tano" cayendo sobre ese "bon vin" que pronuncian nuestros cantores con una b oclusiva bilabial castellana en lugar de la fricativa labiodental v de los dialectos del norte de Italia como el piamontés.

         ¿Qué otro color que rojo podría tener el "bon vin" que, a su vez, sirve de consuelo al tano?

         En la segunda parte -tan poco difundida- el rojo sale del estribillo para pasar al "borbotón de mi sangre infeliz" y el "malvón" y el "rojo de tus venas" y a la "sangría".

         El rojo se contrapone sólo con dos colores que aparecen en la función que Cohen llama "epítetos impertinentes", es decir, aquí, los colores que se atribuyen a objetos que en realidad no tienen color. En este caso: "el gris del ayer" y "el negro de las penas". Este último no es realmente muy original, pero el primero constituye una excepción en la temática tanguera en la que el ayer suele ser idealizado. Pero más bien sería una contradicción, ya que luego aparece la imagen romántica del pasado:

         "¿Dónde estará mi arrabal? 

         ¿Quién se robó mi niñez?

         ¿En qué rincón, luna mía,

         volcás como entonces

         tu clara alegría?"

 

Esto aparece reforzado en la evocación de la quinta estrofa:

         "Veredas que yo pisé,

         malevos que ya no son..."

El ser y el no ser, la nada. Lo pequeño, lo cotidiano, visto como lo único valioso y auténtico en una vida donde lo perecedero es su mayor signo, donde tras cartón está la muerte.

         El hombre del tango sabe que no es inmortal, por eso inmortaliza un mundo de cosas simples, queridos.

         El porteño - en este caso, el poeta-, el hombre del tango es consciente de su transitoriedad en la vida [...], del paso del tiempo.

         Como producto de una cultura sincrética, de una cultura de inmigrantes -que en Tinta roja queda explícita- que llegaron a la ciudad llenos de ilusiones que no siempre se concretan, el porteño se siente en la vida como un inmigrante, sospechando la nada tras la muerte.

         Nunca deja de estar presente ese sentimiento absoluto de mortalidad. Por eso, tal vez, ese fondo de melancolía que todo lo envuelve. Esa melancolía sirve, por medio de la idealización, como postergación de la muerte."

         Con este trasfondo, la vida no se presenta como algo fácil.

         De ahí tal vez esa tristeza que se asocia al tango como un estigma. Más que tristeza -diría yo- es una languidez. Languidez que se traduce en nostalgia y ahí aparece el barrio. Porque, ¿qué mayor nostalgia que la que uno siente por el barrio de la infancia?

         El amor al barrio sintetiza la seguridad que da el lugar donde se crece. El "tano" tapa su nostalgia con "bon vin" y tiene su referencia de identidad en la lejanía [probablemente la campiña], lejanía en donde seguramente quedó o perdió su amor.

         El porteño sólo puede tener ese referente en el barrio. El barrio es su pago chico, el arrabal, su polis, su única seguridad ante el centro que representa la banalidad y la superficialidad.

         Tinta roja es un tango representativo de ese sentimiento. Lo extraño es que -contrariamente a otros, repito- se atribuye el tono "gris" al "ayer". ¿Gris de tiempo?  ¿Gris de sentimiento?"

         Tinta roja presenta una evocación enumerativa y global de lo más trascendente en la memoria del poeta. Esta enumeración de los objetos: "paredón, callejón, esquina, buzón", etc. se sintetiza en un término "arrabal" para luego seguir con los interrogantes: "Dónde está el arrabal, la niñez, la luna, la vereda..." y pasa luego pasa a los personajes del barrio que tal vez el poeta no frecuentó o conoció, pero que quedan colgando en el suspenso del verso como en el suspenso de la historia del tango: "malevos que ya no son..."

         Ese suspenso o, mejor dicho, la intriga se agudiza en la segunda parte en el "borbotón / de mi sangre infeliz / que vertí en el malvón / de aquel balcón / que la escondía..."  

         ¿Hubo duelo criollo por la muchacha escondida en el balcón o es simplemente una referencia para cumplir con los mitos tradicionales del barrio?

         De cualquier modo, la duda queda expresa: "Yo no sé / si fue negro de mis penas / o fue rojo de tus venas / mi sangría..."

         En la última estrofa se nos aclararían algunos tantos: ella "llegó y se fue tras el carmín [¿del buzón que, por otro lado, ya no es más carmín? ¿de los labios?] y el gris del fondín lejano".

          Ahora el ayer se asocia totalmente al fondín que comparte el especificativo "gris".

         Y aquí se produce la síntesis: el hijo del inmigrante, el que en términos socio-antropológicos actuales se llamaría en los países industrializados "segunda generación", en otras palabras, el que aquí denominamos "porteño" se cruza con su antecesor en el territorio de la nostalgia que sólo puede mojar con "bon vin".

 

TINTA ROJA

Tango - milonga

1941

Letra: Cátulo Castillo - Música: Sebastián Piana

         Paredón
         tinta roja en el gris

del ayer.

 

Tu emoción

de ladrillo feliz

sobre mi callejón

con un borrón

pintó la esquina...

 

Y aquel buzón

carmín,

y aquel fondín

donde lloraba el tano

su rubio amor lejano

que mojaba con bon vin.

 

¿Dónde estará mi arrabal?

¿Quién se robó mi niñez?

¿En qué rincón, luna mía,

volcás como entonces

tu clara alegría?

 

Veredas que yo pisé,

malevos que ya no son...

Bajo tu cielo de raso

trasnocha un pedazo

de mi corazón.

 

Paredón

tinta roja en el gris

del ayer.

 

Borbotón

de mi sangre infeliz,

que vertí en el malvón

de aquel balcón

que la escondía.

 

Yo no sé

si fue negro de mis penas

o fue rojo de tus venas

mi sangría...

 

Por qué llegó y se fue

tras del carmín

y el gris

fondín lejano

donde lloraba un tano

sus nostalgias de bon vin.

 

 

® © Ana Sebastián, 1994.

Publicado en ¡Viva el tango!

domingo, 5 de octubre de 2014

fugasyvolcanes: De los olvidados…

fugasyvolcanes: De los olvidados…: FRANCISCO LUIS BERNÁRDEZ [5 octubre 1900 - 24 octubre 1978]        Hoy, en que muchos que apenas los leyeron, se enteran de l...

fugasyvolcanes: De los olvidados…

fugasyvolcanes: De los olvidados…: FRANCISCO LUIS BERNÁRDEZ [5 octubre 1900 - 24 octubre 1978]        Hoy, en que muchos que apenas los leyeron, se enteran de l...

domingo, 28 de septiembre de 2014

Nicolás Olivari - Centro Cultural - Castro 954


 
          En el marco de los Festejos del 30 aniversario de la Creación del Programa Cultural en Barrios, ayer, en el Centro Cultural Recoleta, el Licenciado Luis Labraña, actual Coordinador del Programa de Lengua y Cultura Metropolitanas y Coordinador durante más de quince años del Centro Cultural Baldomero Fernández Moreno de Floresta Norte y luego del Centro Cultural Boedo, anunció formalmente el bautismo en homenaje y reconocimiento póstumo al escritor porteño NICOLÁS OLIVARI del Centro Cultural que funciona en Castro 954  del barrio de Boedo.

           Allí pronunció estas palabras sobre un autor rezagado que significó una verdadera revolución estética. 



            Dijo Labraña:

           "Nacido en Buenos Aires el 8 de septiembre de 1900 con el nombre de Diego Arzeno, empezó muy joven como periodista en Crítica, El Pregón, Noticias Gráficas, Reconquista, La Época y luego en la década del 40 en El Laborista y Democracia y diversas revistas y radios y llegó a ser Jefe de Redacción.

         A los 24 años publicó La amada infiel y ya desde el título fue provocativo porque en esa época cundía el modernismo literario, se idealizaba a la mujer y se usaba una estilización de la lengua poética.  
 

         Nicolás Olivari introdujo la lengua popular, el humor, la ironía, los temas cotidianos vistos desde la contradicción y el sarcasmo en la poesía, lo que luego sería llamado “antipoesía”. Y fue por eso un adelantado…

         Llevó ese ejemplar publicado a quienes consideraba los popes de la literatura social y popular que se reunían en San Juan y Boedo y que ellos mismos se consideraban como popes. Ni bien vieron su libro, denigraron su obra, la menospreciaron como algo que no tenía valores poéticos… no valía nada.

         Cabizbajo se fue con el libro bajo el brazo. Por esas cosas que pasan, ni bien salió, se encontró con Raúl González Tuñón que, aunque tenía coincidencias políticas con quienes lo habían denigrado, su amplitud estética era otra. Tuñón le dijo: “No te preocupes, vení conmigo!” E inmediatamente lo llevó junto a los escritores que publicaban la Revista Martín Fierro que lo recibieron con los brazos abiertos, entre ellos Ricardo Güiraldes, Oliverio Girondo, Jorge Luis Borges, Roberto Arlt que era el secretario de Güiraldes.
        
Siguió con sus textos poéticos con una estética basada en lo antiestético: La musa de la mala pata, El gato escaldado, Diez poemas sin poesías, Los poemas rezagados, Pas de quatre.

        

Entre su prosa se encuentra: Esta noche es nuestra, La mosca verde, El almacén, El hombre de la baraja y la puñalada.

         En teatro: Un Auxilio en la 34, Dan tres vueltas y luego se van, Nuevo [1927] en colaboración con los hermanos Enrique y Raúl González Tuñón.

         Después: Amargo exilio, Tedio, Irse, La pierna de plomo, Cumbres borrascosas, El regreso de Ulises.

         Con Roberto Valenti escribió radioteatros: Hormiga negra y La vida de Carlos Gardel, llevada al cine por Julio C. Rossi en 1950.

         Entre sus tangos el más conocido es La violeta, interpretado por Carlos Gardel.

         Además es autor también de Tengo apuro en colaboración con Enrique González Tuñón y Antonio Scatasso para ser cantado en Un auxilio en la 34, Cuarenta entradas con música de José López Ares.

         Falleció el 22 de septiembre de 1966.

         Mi Buenos Aires querido, un libro de aguafuertes y estampas porteñas, fue publicado póstumamente.

“Nicolás Olivari es el más indudable poeta de los que oigo.

No creo en su talento: creo en su genialidad, que es cosa distinta. Sé que decir la palabra genialidad es alzar la voz y que eso es una descortesía o un énfasis. Que Olivari es un poeta de lo desagradable, también lo sé; pero esas dos consideraciones —la de la voz baja en la crítica y la del sedicente buen gusto— se quedan fuera de lo poético. Poesía es expresión. Olivari expresa con desesperada intensidad el tema que es suyo: el aburrimiento, el estudio para suicida, el rencor suburbano que ha sucedido a la compadrada orillera en esta ciudad. Olivari es mucho."

            Jorge Luis Borges: Nicolás Olivari, El hombre de la baraja y la puñalada. Estampas cinematográficas, Buenos Aires, M. Gleizer Editor, 1933. [En Jorges Luis Borges, Textos Recobrados 1931-1955]
® © Lic. Luis Labraña, 2014.

El cierre se hizo con una lectura del texto del tango La violeta de autoría de Olivari.






 
 
CENTRO CULTURAL NICOLÁS OLIVARI
PROGRAMA DE LENGUA Y CULTURA METROPOLITANAS
 
PROGRAMA CULTURAL EN BARRIOS
DIRECCIÓN GENERAL DE PROMOCIÓN CULTURAL
 

MINISTERIO DE CULTURA - GCBA
 
INICIACIÓN CULTURAL Y ARTÍSTICA

Seminarios - talleres - cursos.
De lunes a viernes de 18 a 21 horas.
 

Castro 954 [Escuela Nº 14 D. E. 6 Intendente Alvear]
Telefax: 4931-1524

 

 

 

sábado, 19 de julio de 2014

Buenos Aires y poesía - Arraigo y desarraigo 3a. & última parte





La contrapartida del desarraigo es el hecho de cómo Buenos Aires, contrariamente a lo que sucede en otras ciudades, origina el sentimiento de arraigo y, ya que la elección de la ciudad natal no es posible, la elección de la ciudad adonde uno desea morir sí es factible:

 

         Moriré en Buenos Aires, será de madrugada,
         guardaré mansamente las cosas de vivir    
         mi pequeña poesía de adioses y de balas,
         mi tabaco, mi tango, mi puñado de esplín.

 
         Me pondré por los hombros, de abrigo toda el alba,
         mi penúltimo whisky quedará sin beber,
         llegará tangamente mi muerte enamorada,
         yo estaré muerto en punto cuando sean las seis.
                                      
Horacio Ferrer ensimismado recitando
                        
Cuando es escenario es Buenos Aires, hasta la "muerte" es enamorada:
 
Mario Jorge de Lellis
 

  Buenos Aires, sé tuya, Buenos Aires, sé bueno.
   ..............................................
  Yo que nací por marzo en un barrio tuyo,
  te miro como a alguien que me habrá comprendido

                                                    Mario Jorge De Lellis

 

        



Alejandrina Devescovi nos resume la relación contemporánea con la ciudad:

 
Alejandrina Devescovi
         Todo pertenece
         al tiempo de la reconstrucción
         sobre el vaho de la obra y el trabajo
         un ángel,
         dueño de la compañía, 
         acomoda sus alas y su rostro
         para verla crecer.

 
         De allí no parte nunca.
         Es el vecino de la gloria y el reparo.
         Ciudad... para todos.
         Ciudad nuestra de cada día.

 

Y para Borges, la ciudad es una e inigualable, una ciudad a la que canta desde su Fervor de Buenos Aires y cuya fundación terminará siendo ya mítica, pero finalmente será eterna:

Jorge Luis Borges
 

 Y fue por este río de sueñera y de barro
 que las proas vinieron a fundarme la patria?
 Irían a los tumbos los barquitos pintados
 entre los camalotes de la corriente zaina.

 
   

          Pensando bien la cosa, supondremos que el río
         era azulejo entonces como oriundo del cielo
         con su estrellita roja para marcar el sitio
         en que ayunó Juan Díaz y los indios comieron.

 
         Lo cierto es que mil hombres y otros mil arribaron
         por un mar que tenía cinco lunas de anchura
         y aún estaba poblado de sirenas y endriagos
         y de piedras imanes que enloquecen la brújula.

 
         Prendieron unos ranchos trémulos en la costa,
         durmieron extrañados. Dicen que en el Riachuelo,
         pero son embelecos fraguados en la Boca.
         Fue una manzana entera y en mi barrio: en Palermo.

 
         Una manzana entera pero en mitá del campo
         expuesta a las auroras y lluvias y sudestadas.
         La manzana pareja que persiste en mi barrio:
         Guatemala, Serrano, Paraguay y Gurruchaga.

 
         Un almacén rosado como revés de naipe
         brilló y en la trastienda conversaron un truco;
         el almacén rosado floreció en un compadre,
         ya patrón de la esquina, ya resentido y duro.

        
         El primer organito salvaba el horizonte
         con su achacoso porte, su habanera y su gringo.
         El corralón seguro ya opinaba YRIGOYEN,
         algún piano mandaba tangos de Saborido.

 
         Una cigarrería sahumó como una rosa
         el desierto. La tarde se había ahondado en ayeres,
         los hombres compartieron un pasado ilusorio.
         Sólo faltó una cosa: la vereda de enfrente.

 
         A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires:
         La juzgo tan eterna como el agua y como el aire.
 
Cuaderno San Martín, Buenos Aires, 1929.

 

         Volviendo al desarraigo, me pregunto: ¿ese desarraigo, ese sentirse transplantado, esa necesidad de echar raíz, esa necesidad de arraigo que tuvieron el negro, el gaucho convertido en compadre, el inmigrante en el patio florido será  -me pregunto-, la misma necesidad del argentino en París de Cadícamo, de Gardel de vuelta en su tierra natal en la entre guerra europea?

 

         ¿Será el mismo sentimiento y la misma necesidad de los argentinos que abundan en Europa en los 70 que no van justamente a tirar manteca al techo?

 

         Las diferencias estarían en que el gaucho, el negro, el gringo, fueron conminados por factores sociales y económicos del desarrollo histórico a encontrar su lugar en el mundo. Cadícamo, Gardel, en todo caso, tuvieron la fortuna de un traslado que tuvo que ver con el deslumbre de la Ciudad Luz y la búsqueda de horizontes personales de la fama.

 

         De los porteños que abundaron en Europa en los 70, sólo algunos tuvieron que ver con ese deslumbre, con ese libre albedrío. Unos se fueron por razones políticas, otros simplemente a probar suerte.

 

         La suerte fue diversa tanto para los unos como para los otros: venturosa a veces, sórdida, otras. De cualquier modo hicieron el camino inverso a de nuestros abuelos y se encontraron con que, aún en los mejores casos, la integración que se supo dar aquí en esta latitud del planeta que hace que desconozcamos la expresión socio-antropológica tan corriente en la Europa actual "segunda generación" para identificar a los hijos de los inmigrantes que, por supuesto, no se integran y forman parte del ghetto de su comunidad de origen.

 

         Integración que es la piedra fundamental de nuestra sociedad, la piedra fundamental del arraigo y que no existe de ninguna manera en la Europa actual. No sabemos si alguna vez existió en la Europa etnocéntrica que se sigue creyendo pivote del mundo.

 

         Gracias a la falta de memoria europea y gracias a la ingratitud, dolorosamente el desarraigo convirtió a los argentinos deambulantes en Europa en Sudacas  - acrónimo totalmente despectivo de ‘sudamericano cagador’ o argentos  -como nos llamaban despectivamente los catalanes-  y que ahora algunos piensan que es recool y se definen así.


         Y por suerte sigue existiendo el tango para sobrevivir.

 

         El tango que murió muchas veces pero que reciclado perdura, revive porque el tambor, el saxo, el piano, el bandoneón sigue representando la circunstancia existencial de nuestro arraigo.
Juan Carlos Cáceres & A. S. en su casa
de Perigny-sur- Yerres - Val du Marne
¿Haciendo Tango Retango?
 

         ¿No es así, Juan Carlos Cáceres?

 




                                                                             Ana Sebastián & Luis Labraña - Conferencia.
Publicada en Viva el tango Nº 9,
Buenos Aires, Academia Nacional del Tango, 1997.