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domingo, 20 de noviembre de 2016

Ficción & no Ficción en la Literatura




TEXTOS DE PARTICIPANTES VI




ALICIA B. ZUBCZUK

Nacida en Lomas de Zamora, Provincia de Buenos Aires, de familia polaca, se licenció en Administración y en Análisis de Sistemas. Es, además Martillera Pública. Trabajó sobre todo como analista de sistemas en diversas empresas de Energía y de Comunicaciones.

Siempre se interesó por las artes. En 2015 se enteró de la existencia del Seminario – Taller por el Centro Cultural Nicolás Olivari y empezó a asistir. Si bien era lectora –le gusta la narrativa, las historias, la poesía-, no incursionaba en la escritura.

Alicia tiene una personalidad especial, muy educada y ubicada, pero también muy determinada. Le gustaría que todo el mundo pudiera ser feliz, escuchar música, eventualmente tomarse una cervecita. Y tal vez, de no ser informática, hubiera elegido ser pintora o directora de escuela. Condena la mentira y la doble moral, la envidia y el engaño. Jamás podría ser una prostiuta o un dealer.

Se desvela por su familia y sus amigos, pero no lo pregona. Muy aguda en su observación de la realidad y los comportamientos no es lo que se pueda llamar una persona complaciente.

De poder volver a nacer y no ser humana, le gustaría ser una planta de Santa Rita, espinosa y altiva, que se va enredando y dando flores y sombra o tal vez un águila sobrevolando desde las alturas y mirando desde el infinito lo más pequeño. Y si algún día se encuentra con Dios, espera que simplemente le diga: “Bienvenida”.

Hace un tiempo ya empezó a escribir y seguro tal vez un día de éstos se nos despacha con una novela, una colección de cuentos o una obra poética.

He aquí parte de su obra.

FAMILIA



¿Qué cosa ocurre cuando un postadolescente reclama algo a sus progenitores?

Ocurre que los progenitores escuchan azorados todas las quejas y  “pasadas de factura”.

Esa extensa lista de deseos insatisfechos y sentimientos no correspondidos que entran dentro de un enorme abanico de acontecimientos y niveles de importancia y que se fueron sucediendo desde la muy temprana edad hasta hace media hora. 

Desde ese pijama-party al que no asistió porque solo tenía 4 años hasta el trato inequitativo que en similares situaciones recibió algún otro hijo, el que sí obtuvo todas las bondades y beneficios, sin haber tenido que pagar ninguno de los altos precios que esos injustos y desamorados padres aún le cobran al reclamante.

Bocas que se mueven, oídos que escuchan, ojos que lloran,  palabras que no se dicen, frases que no se escuchan, lágrimas que no brotan.

A la vista del postadolescente de ser padres heroicos pasamos a miedosos, de exigentes a  permisivos, de controladores a abandónicos, de optimistas a quejosos. 

Luego somos una molesta carga dentro de una cajita que viaja en el auto esperando encontrar, por fin, su lugar.
 ®© Alicia Zubczuk, 2016.

Ficción & No Ficción en la Literatura



TEXTOS DE PARTICIPANTES V



 BEATRIZ FAISAL











Nacida en Buenos Aires, de padres entrerrianos descendiente de libaneses, fue criada bajo la mirada severa de su padre que hubiera deseado tener un varón y se lo manifestaba en cada oportunidad que se presentaba.
Sólo tiene una hermana – discapacitada-, cuya discapacidad justamente hizo que la familia le exigiera todo a ella y que careciera de las complicidades de la fraternidad.
Como muchas personas cercanas a gente en estas condiciones, odia utilizar expresiones como capacidades diferentes y toda una serie de eufemismos “distractores y políticamente correctos”. Siempre fue y sigue siendo responsable respecto a su hermana, es una permanente preocupación y  una real ocupación, tanto para su madre como para ella. La vida la compensó con las fraternidades elegidas: una cantidad de amigas compinches, incondicionales.
Su padre murió demasiado joven y las obligaciones familiares quedaron a su cargo.
Hizo la escuela secundaria con orientación en Ciencias: Física y  Mátemáticas.
Estudió en el Instituto Superior del Profesorado de Lenguas Vivas y además se recibió de Meteoróloga.
De chica no se dedicaba mucho a la lectura ni al deporte. Recién empezó a practicar deportes de adulta. 
Casada, con dos hijos: el varón, casado con una chilena,  vive en Santiago de Chile adonde Beatriz va cuando puede a disfrutar de sus dos nietos y su hija, en Buenos Aires.
Una vez divorciada, vive en compañía de su gata Mía.
Siempre me quiso expresar sus opiniones, sus sentimientos, sus pensamientos e incluso sus fantasías, aunque nunca se había dedicado a escribir. Por medio de la web encontró en 2013 algo para seguir: este Seminario – Taller y se anotó. Pero la profesora se había accidentado y empezó recién en el segundo semestre. Cuando iba a comenzar después de las vacaciones de invierno, a su vez, Beatriz se accidentó en su casa: dolores, la cara negra, morada... Cuando volvió a verse “normal otra vez”, se incorporó al curso un mes después.
“La onda fue automática, me sentía incluida desde el principio y hoy, aunque no voy más, sigo siendo amiga de Ana.” dice.
Trata de disfrutar de suss nietos a los que considera  -con criterio bien hassídico, aunque siente el orgullo de su sangre libanesa- “la recompensa que nos da el cielo por no haber matado a los hijos...” 
Le hubiera gustado ser abogada y nunca podría ser polícía o militar. De renacer, querría ser un balsámico y sugestivo clavel o una gata -¿entendido?, ¡no un gato!-. Y es lógico: es observadora, incisiva, aguda, más rápida y feroz que un rayo. Y tal vez  por eso le gustan las tomentas y sonido de las rompientes… Su sola mirada puede ser fatal.
Rebelde a su manera, no se compromete con lo que no le cae bien, pero su honradez no la lleva a borrarse: es solidaria, voluntariosa, persistente, amigable. Y suele decir verdades que caen como piedras. Lo peor tal vez es lo que suele callar…
Tal vez por eso se deleita con escribir algunas cosas al estilo de Dalton Trevisan.
Espera que al llegar al Paraíso, Dios le diga: "Acá está tu papá esperándote..."  o, si no, “lo hiciste lo mejor que pudiste”.
Hace un tiempo abandonó el curso por razones personales, pero no se ausentó… al contrario, se la sigue considerando parte y arte.

EL PEOR SILENCIO

Al estilo de D. Trevisan.

En el silencio de la noche el aullido se hacía más agudo.
Me despertaba, me  angustiaba, me desvelaba. 

Lo tenía localizado, era en la pared entre el baño y el placard.
Revisé el placard tantas veces… Nada.

Aaauuuuuhh!  Seguía retumbando en mis oídos.

La segunda noche fue peor. Y la tercera…

Había dolor en el lamento.

Los vecinos no lo escuchaban. Me miraban raro: -¿un aullido en la pared, de noche? Seguramente lo soñaste.

No aguantaba más, abrí todas las canillas, la fría primero, la caliente después y dejando el agua correr me dormí.

A la madrugada me desperté sobresaltada. Cerré todo y el silencio era absoluto, envolvente, opresivo. ¿Se fue?

Apoyé la cabeza en la pared y nada.

Busqué un vaso para escuchar mejor, nada.

Me desesperé y empecé a golpear la pared en búsqueda de alguna señal, no hubo respuesta.

Corrí a agarrar un martillo y golpeé con furia, después con la maza. Se abrió un boquete, pero no veía ni oía nada. Seguí rompiendo, desesperada, asustada.

Finalmente atravesé los ladrillos y ahí estaba… un pedazo de ala quebrada y unas uñas rotas ensangrentadas.



Nunca más lloró.











CUALQUIER SEMEJANZA CON LA REALIDAD…

I. Sus charlas, sus palabras, sus sonidos, su perfume, su risa, su mirada.
El desorden, su ropa desparramada, el mate, los papeles, la música, el ruido, sus caricias.
El silencio, el orden y la calma no pueden reemplazar su presencia.
Se lo extraña y su foto sobre el mueble no le hace justicia.

II. Seria, callada, introvertida. Despeinada, sucia, mal vestida.
Desagradable en todos los sentidos la convirtieron los años de manicomio.

III. El océano, el agua, la espuma, la sal. Las conchillas, la arena. El viento y el sol.
La música, los aplausos, las ovaciones y la reina del verano desfilando ante los ojos la multitud.

IV. Lo conocí y él era joven, divertido, atlético y deportista. Entusiasta. Se involucró en política y la mentira, la vergüenza, la falta de plata, los negociados fueron cambiando su ánimo.
Se hizo viejo en poco tiempo. Canoso, arrugado, frío, distante, aburrido.

Depresivo y mala onda nos fue alejando a todos hasta quedarse solo con su mal humor.


V. Joven, ingenua, soñadora. Confiada e inocente. Aferrada a los valores heredados. De pelo oscuro, inteligente, flaca y controvertida.
Generosa en la amistad y en el amor.
Divertida y conversadora.
Si se enoja, se pone seria, enmudece, sus ojos se tornan vidriosos y su boca se sella. Se recoge el cabello, cruza sus brazos y se aisla.


®© Beatriz Faisal, 2014-2016.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Ficción & No Ficción en la Literatura


TEXTOS DE PARTICIPANTES IV


MARÍA INÉS LOSAS


Hija de asturianos, nacida en la Capital Federal en el Hospital Alvear, al poco tiempo su familia se mudó a Corrientes en donde vivió un año.

         Vueltos a la Capital, vivió en Pompeya e hizo el secundario en el Comercial Nº 21 Capitán de Navío Hipólito Bouchard de Flores.

Fue madre joven de dos varones y una mujer –se casó a los dieciocho años-. Estuvo muy ocupada en tareas hogareñas. Hoy es abuela de seis nietos. 


Se dedicó, entre otras cosas, a ser maquilladora y colorista. Después se empezó a interesar por la pintura y por otro tipo de actividades.


Más tarde se especializó en la práctica de terapia energética japonesa conocida como Reiki. Y ahora conduce un taller de Ejercitación de la Memoria para Personas Mayores en distintos centros de jubilados. Aunque hace estas terapias, dice que jamás podría ser médica. Tal vez, decoradora, eso sí.

Se autodefine como “alegre, le gusta la risa, no le gustan los grises, ama la vida, cree en el amor y en las personas, optimista, algo soñadora…”

Después de jubilarse, decidió hacer algo diferente. Se enteró por su nieta del Seminario – Taller y decidió inscribirse este año. Si bien era lectora, nunca se había atrevido con la escritura.

Consumidora  de café, le da placer el arrullo de las olas, detesta las enfermedades y lo miserable que suelen tener algunos humanos así como las sirenas de ambulancias, bomberos o los bocinazos a ensordecen la ciudad.   

Con su preocupación familiar y por la vida de los suyos, espera que, si alguna vez llega al Paraíso, Dios le asegure que en su casa todo va a andar bien. Eso sí, es muy amante de la vida, pero de haber otra vida, le gustaría ser un tigre… O mejor dicho una tigresa… Saquen sus conclusiones.





MI CIELO



Quisiera recorrer todo tu ser como un ciego.

Quisiera sentir en cada yema de mis dedos el éxtasis de amarte.

Quisiera, abeja, libar las partes de tu cuerpo y sentir los sabores agridulces de esta fruta madura y prohibida.

Quisiera después lentamente cabalgar sobre tu vientre y llegar al infinito en ese caballito alado que, a medida que galopa, se transforma en un unicornio blanco.

Y quisiera que parara nunca…
Bruno Bruni - Luna turca













CLARO DE LUNA

“¿De quién es la luna?

¿De los humanos o de los extraterrestres?”

Mi nieta menor

La luna me mira, la luna me ilumina, la luna me encandila.

La luna me entristece, la luna me llena, la luna me pone lunática…

La luna de los enamorados…

La luna de los norteamericanos o la de los rusos… La luna de los científicos.

La luna de los poetas, la luna de Salvatore Adamo.

Te siento, Luna, cuando se desvanece mi energía y te siento cuando estoy enamorada, quimérica, irrealizable…

En el camino me seguís con tu luz y, de pronto, te escondés tras un poste, un árbol, una nube. Y no sé qué pensar: ¿existís o desapareciste?

Te siento luna durante nueve meses.

Te siento luna cuando pienso que no estamos solos, cuando pienso que existe alguien que se achica, se encoge, crece, se redondea, asciende… Siempre estás, Luna…

La luna por un beso…



® © María Inés Losas, 2016.




lunes, 14 de noviembre de 2016

Ficción & No Ficción en la Literatura


TEXTOS DE PARTICIPANTES III



AGUSTINA RÍMOLI

        






          Joven, muy joven, adolescente todavía diríamos, si no fuera por su sentido de responsabilidad, Agustina está todavía cursando la escuela secundaria.
          Desde chica le gustó la lectura y se nota que, aunque tímida, es una lectora pertinaz y crítica, que aprovecha todo el tiempo libre que encuentra “entre clases o en casa” para darle rienda a su pasión.

Le gustan desde las policiales clásicas a la saga de Harry Potter sin desdeñar a Borges, la novela romántica... Está siempre abierta a lo que se le presente y espera leer textos que nunca se hubiera imaginado y su deseo es escribir una novela.

Se enteró por la web del Seminario – Taller y se presentó este año.

“Pésimo” es su palabra favorita y, en cuanto a insultos, no podría elegir uno porque parece tener un amplio repertorio...
Le gusta la música de un piano y tal vez, si no se puede dedicar a la literatura, se dedicaría al diseño de indumentaria. Lo que nunca sería es profesora de educación física.
Aborrece la mención de las “chancletas o pantuflas”, así como el ruido de las motos cuando aceleran.
Si existiera la reencarnación, le encantaría en su próxima vida ser un gato. Y esperaría que, de llegar al Paraíso, Dios la reciba con: “Tenés tiempo para todo lo que viva no llegaste a hacer”. Esto no sólo nos demuestra su sensibilidad sino también su espíritu voluntarioso y activo.

De los textos, aquí está la prueba:



VIRALIZAR


 

         Nunca te parés frente a una cámara a hacer el ridículo. No sabés lo traicionera que tu acción puede resultar. Lo divertido, excitante, fácil que puede ser mostrarte ahí, puede transormarse en monstruoso con una simple tecla: Enviar. En soledad te animás, te soltás, te sacás. No importa nada más. Pero cambia cuando eso, tan estúpido y revelador, se vuelve viral. Se dirigen a vos todas las miradas, todos los textos, todas las caras raras, todas las críticas, burlas y risas. Y te enterás así de lo cruel que puede ser esta sociedad.

  

AL LLEGAR AL SUELO

Son las calles abarrotas que reciben el cadáver de un hombre que, de tanto sufrir se cansó de vivir, porque vivió flotando en una nube se infelicidad. Son personas las que lo ven caer, pero nadie lo rodea. Porque en Nueva York todos son libres, hasta para morir.

Son las horas que al hombre se le hicieron años, atrapado en su desesperación antes de saltar.  Porque en Nueva York uno decide su vida: uno decide cuándo debe terminar.

Son las sonrisas fingidas que embellecieron su rostro por años hasta que, simplemente, dejó de mentir.

Son los amigos que jamás notaron su sufrimiento y sus familiares que jamás lo acompañaron cuando lo necesitó.

Son los edificios que se le hicieron demasiado grandes.

Son los semáforos que tardaron mucho en cambia.

Son los callejones de Nueva York que no le dieron la paz que buscaba.

Son las esperanzas extraviadas intentando aprender allí a quererse a sí mismo.

Son las luces de su alma que se apagaron al llegar al suelo.


® © Agustina Rímoli, 2016.