POETAS DE BUENOS AIRES
HORACIO PILAR IGUAL ATACA POR TRES
El 16 de marzo de 1925 nacía en
Buenos Aires Horacio Pilar en donde moriría en 1999.
Casado, con cuatro hijos,
universitario, periodista, titiritero, carpintero, funcionario público,
publicita, empleado... Oficios que supo tener Horacio Pilar además
del de poeta.
Comenzó publicando en 1959 Poemas y Cinco poetas, una publicación colectiva en 1960.
En 1965 le otrogaron junto a María
Elena Walsh y a Alejandra Pizarnik el Premio del Fondo Nacional de las Artes
por su libro Amor y conocimiento que
sería publicado en 1967.
En el momento del
Premio estaba preso por su militancia peronista: fue uno de los fundadores de
la JUP - Juventud Universitaria Peronista.
Si los años
sesenta fueron los prolegómenos de tiempos utópicos y violentos, también fueron
la práctica de una bohemia en la que se mezclaban las revoluciones de café, la
politiquería y un dejo existencialista que agotaba horas en boliches como La Comedia y el Politeama -ambos es cruz en
la esquina de Corrientes y Paraná- y el Paulista,
el Ramos, La Giralda y El colombiano
a lo largo de la calle Corrientes.
En ese todavía grisáceo cielo de
los sesenta, Horacio Pilar andaba desplegando versos por el mundo y ese mundo
era la calle Corrientes, ni más ni menos. Y junto con él como las duplas de los
gauchos de Artiga, pero esta vez de porteños, Raúl Santana –su alter ego- que con su memoria
elefanteásica recitaba desde Rimbaud hasta Maiakovski y aun los poemas del
mismo Pilar.
Después del golpe de 1976 se
exilió en Brasil y volvió a Argentina en 1988.
En 1996 publicó Igual atacaría por tres.
En 1996 compartió una mesa con
Raúl Santana, Marta Goldín y Ana Sebastián que, vuelta recientemente de su
exilio holandés, manifestó su orgullo de estar rodeada por sus dos protopoetas
que la llevaban a los tiempos de las charlas en los sesenta en los boliches de
la calle Corrientes en el ciclo Antología
Oral de la Poesía Argentina organizada por la Editorial Libros de
Alejandría y especialmente por Enrique Puccia hijo que tenía lugar casi todos
los fines de semana en el Centro Cultural Gral. San Martín y algunos en el
auditorio del Centro Cultural Adán
Buenosayres.
Póstumamente en 2000 la editorial
Atuel editó su Poesía completa con
una presentación de Jorge Quiroga y un epílogo de Raúl Santana.
Las fechas de publicación muestran
los huecos, el espacio dejado por ese panorama que pinta en su ficha vital -seguramente escrita por él- que dice:
“distinguido con despidos,
persecusiones, cárceles y destierros pos su localismo político y falta de
solemnidad.”
Su poesía es de
gran profundidad con la utilización de todos los recursos y todas las formas,
sin hermetismos ni alambiques, con un respeto cariñoso por la tradición
cultural porteña y con una sutil ironía como instrumento de superación de la
desolación.
Es evidente que la manía poética
no lo abandonó a Pilar ni aún en tiempos exilares y poco a poco la fue
convirtiendo en un amor incurable.
Lamentablemente la poesía en
general y la de este tipo en particular no tienen la difusión de las
mamarrachadas multimediáticas y menos en este caso, en que, además de tener el
estigma de la locura poética, Pilar tenía el estigma de pertenecer al
Movimiento Peronista lo que, en algunos medios intelectuales argentinos sigue
siendo un baldón y una barrera muy veces inexpugnable.
Pilar fue de los verdaderos, de
los que se jugó cuando se tuvo que jugar, no la fue de combatiente cuando los
tiempos difíciles habían terminado -como
suelen abundar ahora tantos de esa índole y de esa desfachatez de ser la sombra
de lo que hubieran querido ser y en su momento no fueron, cuando en realidad
son una caricatura-.
Pilar fue lo que fue y se lo
bancó. Entre otras cosas practicó eso que Paco Urondo llamó lo mejor de la
poesía: “la amistad”.
Pilar conocía de
las bondades y las miserias humanas, incluso de las que se disfrazan de poesía,
de idealismo y la sorna era su defensa, aunque tenía presente el precepto del
simbolismo de la poesía como música y siempre música de las palabras. Tenía experiencia
en esto porque también escribió textos con música de Juan Falú. Pero sabía
diferenciar... Sostenía que la poesía no necesita nada más que palabras: ni
canto ni música ni baile ni nada. Y el que no lo entiende que no se meta con
ella.
Y él seguia con los faroles de su
poesía cazando fieras, rememorando historias y amores, escalando y descendiendo
montañas con la vista en nuestro río con horizonte, levantándose de los
altibajos y los sinsabores de destinos ingratos, con la convicción de que, a pesar
de que si no está la vida, al menos queda la poesía y, por supuesto, los
amigos, los compañeros, las palabras...
Defensa profesional
A
Vidamor
La
calle no me deja cantar con discreción
si
siento mi barriga como sótano en llamas,
altar
de millonarios, turros, gordos de corset,
niños
precoces, leones tardíos, tipos en llanta.
Mi
cuerpo le hizo juego a todas las gambetas,
fui
referí, pelota y al fin del cabo un arco
un
arco donde el hambre de dar quedó pipón.
Fui
capullo de plumas para el resote bajo,
un
borrón de perfume sobre la vieja deuda
el
vuelo aliviador para el pájaro preso.
Fui
florido escenario para el solo de pecho.
De
aquí no se fue nadie sin dar el campanazo,
sin
desatar el moño del regalo de ser.
Reunión
A “Pico” Manfredi
Mejor
decir que sí,
antes
que te pregunten
porque
desde afuera
no
se entiende
lo
que pasa.
Cómo
se saludan,
qué
papelitos ruedan entre sus manos.
Desde
afuera no comprendo de qué se ríen,
¿Dónde
van a parar con esas corbatas?
O
si hay que callar,
guiñar
el ojo.
Cuando
hay que aplaudir...
y
a quién.
Mejor
decir que sí,
al
inocente y al venerable,
al
éxito y a la belleza,
a
la riqueza y a la prudencia,
al bien y a la autoridad,
al
poder y al orden,
y
al señor...
¡Sí
señor!
Mejor
decir que sí
y
tratar de aparecer en la foto
en
la última fila,
cerca
de la salida.
de Igual atacaría x 3, Buenos Aires, Libros de Tierra Firme, 1996.