Una
vez, hace diecisiete años largos, cuando era feliz y documentada, supe proponer
a la persona con quien yo trabajaba en el Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos
Aires presentar un proyecto de Ordenanza que fue de los últimos que se presentó
de ese tenor que tenía como objetivo que la Ciudad hiciera homenajes a los
distintos poetas populares, especialmente, del tango, que tuvieron sobre todo
como tema justamente elementos de Buenos Aires. Hubo discusiones en la Comisión
de Literatura, pero finalmente se aprobó por unanimidad el Proyecto y se convirtió
en la Ordenanza Nº 51.681 / 97.
En
esa época también era miembro del Consejo Directivo de la Academia Nacional del
Tango y allí también se armó una discusión sobre qué era ciudadano, qué no, con
dimes y diretes. La verdad el concepto puede ser muy amplio, aunque yo había
tomado este mes sobre todo porque tenía muchas efemérides de los poetas del
tango -otra discusión aparte que para muchos todavía no se zanjó-.
He
aquí que sólo se hizo dos veces este homenaje. Ni bien subió la Alianza alguien
se lo encargó a una colega que organizó una o dos charlas en el Centro Cultural
General San Martín sobre Borges y la ciudad. No era el bedoeling –‘el objetivo, la
intención’, como dirían los holandeses- o como se diría en este caso, el ”espíritu
de la norma”.
Un
año más tarde lo organizamos en distintos centros culturales del Programa
Cultural en Barrios: Así en el Centro Cultural Sebastián Piana, Luis Labraña y yo hablamos de Cátulo Castillo, en
el Julián Centeya que no estaba en
donde está ahora, una noche terrible de lluvia Gabriel Soria y yo hablamos con
muy poca gente y mucha atención de Amletto Vergiatti, o sea, “el hombre gris de
Buenos Aires”, en el Centro Cultural Baldomero
Fernández Moreno, el tema fue Discépolo y habló el Dr. en Filosofía Daniel
Dei, ganador del Premio Ensayo de la Ciudad de Buenos Aires justamente por su
libro Todavía la esperanza que
desbarata el mito del pesimismo discepoliano,
Enrique H. Sosa, autor de Discépolo.
Tango. Religión del pueblo y testimonio y la que suscribe, entre otros.
Nunca
más se hizo ni creo que muchos sepan de su existencia.
ORDENANZA Nº 51.681
BOCBA 276 Publ. 08/09/1997
BOCBA 276 Publ. 08/09/1997
Artículo
1º - Declárase Mes de la Poesía Ciudadana el mes de octubre, con
motivo de celebrarse ese mes distintas conmemoraciones referidas a poetas del
tango. A saber: aniversario del nacimiento de Julián Centeya [l 5-X-1910], de
Juan Carlos Lamadrid [30-X-1910], fallecimiento de Angel Villoldo [14-X-1919],
José González Castillo [22-X-1937], de Cátulo Castillo [19-X-1975] y de César
Tiempo [24-X-1975].
Art.
2° - El Poder Ejecutivo adoptará las medidas necesarias tendientes a
desarrollar durante el Mes de la Poesía Ciudadana actividades y festejos
alusivos.
Art
3º - Créase en el ámbito de la Secretaria de Cultura de la Ciudad de
Buenos Aires la Comisión de la Poesía Ciudadana que tendrá a su cargo la
elaboración, planificación y organización de las actividades a que se refiere
el artículo 2º.
Art.
4º - La Comisión creada en el artículo precedente estará conformada
por representantes de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires y
del Concejo Deliberante.
Asimismo,
el Poder Ejecutivo procurará la integración a la misma de representantes de la
Academia Nacional del Tango, de la Academia Porteña del Lunfardo, de la
Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música y de la Sociedad
Argentina de Escritores y de toda otra institución que tenga autoridad y
desarrolle actividades afines a la materia.
Art.
5º - Dicha Comisión tendrá las siguientes tareas:
a.
Programar las acciones o
eventos culturales a llevarse a cabo;
b.
Realizar una convocatoria de
participación;
c.
Fijar los ámbitos de
realización de las actividades;
d.
Fijar el cronograma de
actividades del Mes de la Poesía Ciudadana;
e.
Evaluar la posibilidad de
organizar un concurso de Poesía Ciudadana de la Ciudad de Buenos Aires y
establecer las condiciones, los jurados y los premios;
f.
Elevar a la Secretaría de
Cultura el Programa elaborado por la Comisión a los efectos de que ésta lo
apruebe e implemente.
Art.
6º - El Poder Ejecutivo conformará la Comisión de la Poesía
Ciudadana en el plazo de treinta [30] días de aprobada la presente y convocará
a la misma de inmediato.
Ahora
lo retomamos virtualmente desde el Programa Lengua y Cultura Metropolitanas
y hacemos este homenaje digital al poeta y compositor Ovidio
Cátulo González Castillo,
más conocido como Cátulo Castillo que nació en Buenos Aires Aires el 6 de
agosto de 1906 y de cuyo fallecimiento se cumplieron 39 años el pasado domingo 19
de octubre.
Y lo hacemos transcribiendo la presentación
sobre mi sillón académico Tinta roja,
en homenaje a su tango, presentado en el Plenario Abierto de la Academia
Nacional del Tango, en la Bodega del Café Tortoni, el lunes 19 de diciembre de
1994.
TINTA ROJA
Buenas
noches, en primer lugar quiero agradecer a la gente de la Academia del Tango
por el honor de pertenecer a ella y por ocupar nada menos que el sillón Tinta roja. Y quiero también decir que
quien iba a venir a cantar en vivo por primera vez en público este tango como
cierre era Adrián Guida, que lamentablemente nos dejó hace muy pocos días con
gran dolor. A él le dedico también estas palabras.
Vamos al sillón o, mejor dicho, vamos a
Tinta roja.
Los autores de este tango – milonga son
Cátulo Castillo y Sebastián Piana, ambos lo suficientemente conocidos como para
hablar en este caso de ellos.
El tango fue estrenado por Francisco
Fiorentino con Aníbal Troilo y que quedó como un tango característico de él,
que durante dos décadas quedó como un tango de su exclusividad interpretativa,
a tal punto que lo vuelve a grabar en el 50 con Mancione.
Pero todo parecería indicar que la
vuelta de Tinta roja, que lo
convierte en un tango absolutamente popular se debe a las principales versiones
cantadas de los 70, en especial la de Goyeneche con Aníbal Troilo [RCA Víctor,
1972], pero también la de Susana Rinaldi con Osvaldo Piro [Trova, 1973] y
Alberto Marino con Tarantino [Disc Jockey, 1976].
Además tenemos versiones como las de
Roberto Achával con Osvaldo Piro [RCA Victor, 1978] y el Sexteto Tango c/ Raúl
Funes [Microfón, 1978], Beba Bibart, Néstor Fabián, Jorge Sobral, Roberto
Pacheco, Rubén Juárez, entre otras cantadas.
Entre las instrumentales: Adolfo Berón
y guitarras, el Cuarteto San Telmo c/ Leopoldo Federico y Roberto Grela, Los
Indios Tacunau con José Libertella, Pierrre Montand, Roberto Pansera, Osvaldo
Pugliese, Beba Pugliese, U. B. Tango, etc.
Este tango, cuyo revival se debe -como
dije- a las versiones de Goyeneche y de Susana Rinaldi, pertenece actualmente
al repertorio de casi todos los intérpretes con alguna pretensión, aún de
algunos que no llegaron a la profesionalización o a la difusión masiva.
En cuanto a la música, creo si el poema
contiene un mundo en sí mismo, la música habla a su vez por sí sola. Tinta roja
es un tango-milonga, lo que significa que su forma rítmica es de marcación
fuerte, sostenida e intensa, lo que le da ese compás tan característico. Ahora les propongo oír esta versión de Tinta roja.
[Se escucha Tinta roja en el piano de su autor, Sebastián Piana.]
"El poema es -repito-
un mundo en sí mismo".
De ahí que me centre en el poema
prescindiendo de las connotaciones contextuales.
Estos versos de Cátulo componen nueve
estrofas en total, incluyendo en ellas la repetición de la primera que funciona
como un estribillo.
Esto divide el tango en dos partes. En
la mayoría de las versiones se canta sólo la primera parte y se suprime la
séptima y octava estrofa.
En general son de métrica diversa en el
que abundan los tetrasílabos, los hepta y octosílabos, con mayoría de rima
consonante: paredón - emoción - callejón
- buzón - son - corazón - malvón - balcón o gris - feliz o fondín - carmín o
raso - pedazo.
Esta rima consonante coincide en la
acentuación aguda, aunque tenemos otras como tano - lejano que son graves.
En mía
- alegría hay una concordancia rítmica y rímica con esquina, aunque en este caso es asonante.
En el cuadro de las asonancias entra la
combinación niñez- pisé.
En
la forma encontramos metáforas, epítetos pertinentes e impertinentes, preguntas
retóricas, encabalgamiento. Es decir que esta letra comparte casi todas las
técnicas de la poesía moderna.
Si bien este tango se podría incorporar
a la temática ya usada por los clásicos del ubi
sunt, es decir, del ‘¿dónde están?’, tan típico del tantos tangos, lo que
lo recostaría en el mundo de la nostalgia, en el del "todo tiempo pasado
fue mejor". Lo extraño es que el paredón es Tinta roja que se destaca en el “gris
ayer". Ese hilo rojo de la tinta traspasa todo el poema escrito en
primera persona y en forma apelativa hacia los distintos objetos que conforman
el mundo de la niñez.
El rojo del "ladrillo feliz" es un "borrón" en la "esquina"
de la infancia que luego sigue su curso en el tiempo: el "buzón carmín" se adentra en el "llanto del tano" cayendo sobre ese "bon vin" que pronuncian nuestros cantores con una b oclusiva bilabial castellana en lugar
de la fricativa labiodental v de los
dialectos del norte de Italia como el piamontés.
¿Qué otro color que rojo podría tener
el "bon vin" que, a su vez,
sirve de consuelo al tano?
En la segunda parte -tan poco
difundida- el rojo sale del estribillo para pasar al "borbotón de mi sangre infeliz" y el "malvón" y el "rojo
de tus venas" y a la "sangría".
El rojo se contrapone sólo con dos
colores que aparecen en la función que Cohen llama "epítetos
impertinentes", es decir, aquí, los colores que se atribuyen a objetos que
en realidad no tienen color. En este caso: "el
gris del ayer" y "el negro
de las penas". Este último no es realmente muy original, pero el
primero constituye una excepción en la temática tanguera en la que el ayer
suele ser idealizado. Pero más bien sería una contradicción, ya que luego
aparece la imagen romántica del pasado:
"¿Dónde estará mi arrabal?
¿Quién
se robó mi niñez?
¿En
qué rincón, luna mía,
volcás
como entonces
tu
clara alegría?"
Esto aparece
reforzado en la evocación de la quinta estrofa:
"Veredas
que yo pisé,
malevos
que ya no son..."
El ser y el
no ser, la nada. Lo pequeño, lo cotidiano, visto como lo único valioso y
auténtico en una vida donde lo perecedero es su mayor signo, donde tras cartón
está la muerte.
El hombre del tango sabe que no es
inmortal, por eso inmortaliza un mundo de cosas simples, queridos.
El porteño - en este caso, el poeta-,
el hombre del tango es consciente de su transitoriedad en la vida [...], del
paso del tiempo.
Como producto de una cultura sincrética,
de una cultura de inmigrantes -que en Tinta
roja queda explícita- que llegaron a la ciudad llenos de ilusiones que no
siempre se concretan, el porteño se siente en la vida como un inmigrante,
sospechando la nada tras la muerte.
Nunca deja de estar presente ese
sentimiento absoluto de mortalidad. Por eso, tal vez, ese fondo de melancolía
que todo lo envuelve. Esa melancolía sirve, por medio de la idealización, como
postergación de la muerte."
Con este trasfondo, la vida no se
presenta como algo fácil.
De ahí tal vez esa tristeza que se
asocia al tango como un estigma. Más que tristeza -diría yo- es una languidez.
Languidez que se traduce en nostalgia y ahí aparece el barrio. Porque, ¿qué
mayor nostalgia que la que uno siente por el barrio de la infancia?
El amor al barrio sintetiza la
seguridad que da el lugar donde se crece. El "tano" tapa su nostalgia
con "bon vin" y tiene su
referencia de identidad en la lejanía [probablemente la campiña], lejanía en
donde seguramente quedó o perdió su amor.
El porteño sólo puede tener ese
referente en el barrio. El barrio es su pago chico, el arrabal, su polis, su
única seguridad ante el centro que representa la banalidad y la
superficialidad.
Tinta
roja es un tango representativo de ese sentimiento. Lo extraño es que -contrariamente
a otros, repito- se atribuye el tono "gris"
al "ayer". ¿Gris de
tiempo? ¿Gris de sentimiento?"
Tinta
roja presenta una evocación enumerativa y global de lo más trascendente en
la memoria del poeta. Esta enumeración de los objetos: "paredón, callejón, esquina, buzón", etc. se sintetiza en
un término "arrabal" para
luego seguir con los interrogantes: "Dónde
está el arrabal, la niñez, la luna, la vereda..." y pasa luego pasa a
los personajes del barrio que tal vez el poeta no frecuentó o conoció, pero que
quedan colgando en el suspenso del verso como en el suspenso de la historia del
tango: "malevos que ya no
son..."
Ese suspenso o, mejor dicho, la intriga
se agudiza en la segunda parte en el "borbotón
/ de mi sangre infeliz / que vertí en el malvón / de aquel balcón / que la
escondía..."
¿Hubo duelo criollo por la muchacha
escondida en el balcón o es simplemente una referencia para cumplir con los
mitos tradicionales del barrio?
De cualquier modo, la duda queda
expresa: "Yo no sé / si fue negro de
mis penas / o fue rojo de tus venas / mi sangría..."
En la última estrofa se nos aclararían
algunos tantos: ella "llegó y se fue
tras el carmín [¿del buzón que, por otro lado, ya no es más carmín? ¿de los
labios?] y el gris del fondín
lejano".
Ahora el ayer se asocia totalmente al fondín
que comparte el especificativo "gris".
Y aquí se produce la síntesis: el hijo
del inmigrante, el que en términos socio-antropológicos actuales se llamaría en
los países industrializados "segunda generación", en otras palabras,
el que aquí denominamos "porteño" se cruza con su antecesor en el
territorio de la nostalgia que sólo puede mojar con "bon vin".
TINTA ROJA
Tango - milonga
1941
Letra: Cátulo
Castillo - Música: Sebastián Piana
Paredón
tinta roja en el gris
del ayer.
Tu emoción
de ladrillo
feliz
sobre mi
callejón
con un
borrón
pintó la
esquina...
Y aquel
buzón
carmín,
y aquel
fondín
donde
lloraba el tano
su rubio
amor lejano
que mojaba
con bon vin.
¿Dónde
estará mi arrabal?
¿Quién se
robó mi niñez?
¿En qué
rincón, luna mía,
volcás como
entonces
tu clara
alegría?
Veredas que
yo pisé,
malevos que
ya no son...
Bajo tu
cielo de raso
trasnocha un
pedazo
de mi
corazón.
Paredón
tinta roja
en el gris
del ayer.
Borbotón
de mi sangre
infeliz,
que vertí en
el malvón
de aquel
balcón
que la
escondía.
Yo no sé
si fue negro
de mis penas
o fue rojo
de tus venas
mi
sangría...
Por qué
llegó y se fue
tras del
carmín
y el gris
fondín
lejano
donde
lloraba un tano
sus
nostalgias de bon vin.
® © Ana Sebastián, 1994.
Publicado en ¡Viva
el tango!