Gracias,
Demonio Ben Molar, por habernos legado, entre otras cosas,
el
DÍA DEL TANGO
en homenaje al nacimiento de Charles Romuald Gardés
-nuestro Carlitos Gardel-
en el Hospital La Grave - Toulosse - Francia el 11 de diciembre de 1890
Hôpital La Grave - Toulousse - France |
y el de
Julio De Caro, nacido en la misma fecha 1899 en Buenos Aires.
DE ÍNDOLES E INUTILIDADES
Vinieron
los profesores
de paleontología
tanguera
y le buscaron
el huesito al
esqueleto inexistente.
Con cucharita
rastrearon polvo de cenizas
atrás del ADN
todavía no
descubierto.
Con lógica de
heurística rastrearon
documentos,
fuentes, partidas
de nacimiento,
piedras
fundamentales de Toulousse
o de cualquier
otro meridiano,
las huellas en los
puchos olvidados en el cenicero,
Discutieron si era
fumador o no fumador.
Llevaron
testamentos hológrafos
a peritos
calígrafos tribunalicios.
Husmearon ropas,
discos de pasta y,
-¿por qué no?-
restos delicados
de la dama blanca
perdedora de noctámbulos.
Constataron que
comía salamín
con champagne en
Montparnase
o de cualquier otro lugar.
Escrutaron
corbatas a pintitas,
frascos de gomina,
zapatos de charol.
Y, en
hermenéuticas de cuarta,
examinaron
inclinaciones eróticas,
ojales atrevidos.
Ellos, los machos,
quisieron copiarte
el porte, el garbo,
el peinado, la
sonrisa...
Las minas
fantaseamos
como se fantasea
con un Sandokán
o un Julien Sorel
bajo la cruz del sur
o, simplemente, un
Alain Delon del subdesarrollo.
Pero se esfuma
todo lo que no se toca
y lo único que
queda
es “el señor de
los tristes” – como decía Paco Urondo-
el señor de
nuestra índole –diría yo-
que no nos desvela
los sueños,
nos acompaña, la
voz de Carlos Gardel.