28 de marzo de 2008 Córdoba & Callao |
El marco principal del arraigo/desarraigo da esta última
ciudad con la que convive y se desgasta en un amor / desamor permanente, en una relación simbiótica que hace
pensar en esas parejas que tienen muchas cosas que los separan y tal vez una
sola que los une. Una, incomprensible para los de afuera, pero que es la que
vale y la que sostiene el resto.
El marco no es sólo Buenos Aires.
Es también su ausencia: la lejanía
original generadora de nostalgia. Por eso las pequeñas cosas son los elementos permanentes
que le van a dar al tango su ambiente especial, ese aire que se respira:
"A
la ciudad de Buenos Aires se la puede querer de muchas maneras y yo, que vivo
perfectamente desentendido de mí mismo, confieso que la estimo y amo,
andándola, que es una manera de adentrarme en ella y hacer que ella se
comunique conmigo. Provengo de ella y de ella tengo una raíz hecha de sus
lluvias y su luna."
Estas palabras que dijo Julián Centeya marcan su desarraigo de sí mismo, pero su arraigo en la ciudad.
Centeya transforma ese sentimiento en
poesía dándonos una idea del paisaje en que se desarrolla esta relación.
Ése es
el habitat del porteño que establece con su ciudad una relación biológica: "me naciste" dice Centeya… Y
tiene dos sentidos: el literal, ya que Centeya no nació biológicamente en
Buenos Aires, y la ciudad le "nació"
y le "creció" y el otro, el
sentido casi dialéctico de que no sólo los hombres nacen de la ciudad, sino que
la ciudad nace de sus habitantes.
Sigue Centeya:
"Pienso en la antigüedad
del barrio que aguardaba
-tácita
convención de edad y aire-
¿Puedo
excluir el tango desangrado
-patrimonial
lenguaje con que remiendo
a
veces
el
cielo
de este
mi Buenosaires?
Descarto
formulaciones ¡Nunca me justifico!
Aún
más, quiero desentenderme;
mi
hambre no necesita el pan de nadie,
con mi
hambre me alcanza,
de
noche me acuesto con Buenosaires
y eso me basta.
La
amo -digo la amo- más todavía, la sientoy eso me basta.
inventada por mí. ¡La sufro tanto!
La ciudad de Centeya no es la que se prodiga en lujos, en vanidades de escaparate, sino la otra, la que nos cuesta, la que nos duele.
El mayor elemento identificatorio del
porteño se da en Buenos Aires que es más que la ciudad, es la tierra, es la
patria:
"En mis horas de fiebre y
orgía,
harto
ya de placer y locura,
yo
pienso en tí, patria mía,
para
calmar mi amargura."
Buenos Aires.
"Turbio
fondeadero donde van a recalar
barcos
que en el muelle para siempre han de quedar...
Sombras
que se alargan en la noche del dolor.
Náufragos
del mundo que han perdido el corazón.
Puentes
y cordajes donde el viento viene a aullar.
Barcos
carboneros que jamás han de zarpar.
Torvo
cementerio de las naves que, al morir,
sueñan,
sin embargo, que hacia el mar han de partir.
[…]
Sueña, marinero, con tu viejo bergantín,
Sueña, marinero, con tu viejo bergantín,
bebe
tus nostalgias en el sordo cafetín.
Llueve
sobre el puerto, mientras tanto, mi canción
llueve
lentamente sobre tu desolación.
Anclas que ya nunca, nunca más han de levar.
Anclas que ya nunca, nunca más han de levar.
Bordas
de lanchones sin amarras que soltar.
Triste
caravana, sin destino ni ilusión,
como un
barco preso en la botella del figón."
Nieblas
del Riachuelo
Enrique
Cadícamo ensaya aquí con el paisaje cotidiano de las nieblas del Riachuelo una
metáfora impresionante de la caducidad de la vida, del destino del hombre, como
esos barcos "sin amarras que
soltar", preso "en la
botella del figón".
Como contrapartida a ese sentimiento de
nostalgia experimentado por los habitantes del conventillo, los recién
llegados, la lejanía de la ciudad desarrolla el sentimiento de nostalgia y el
deseo de volverla a ver, de pasearse en sus calles, de sentirla de nuevo:
"Lejano
Buenos Aires, qué lindo que has de estar,
ya van
para diez años que e viste zarpar.
[...]
[...]
No
sabés las ganas que tengo de verte
aquí
estoy varado sin plata y sin fe.
¡Quién
sabe una noche me encane la muerte,
y chau,
Buenos Aires, no te vuelvo a ver."
Anclao en París. A. S. con Juan Gelman leyendo la primera edición de Veredictos de Juan José Fanego en Amsterdam - Países Bajos |
Juan
Gelman va a dar su interpretación de este sentimiento en su poema homónimo:
Al que
extraño es al viejo león del zoo,
siempre
tomábamos café en el Bois de Boulogne,
me
contaba sus aventuras en Rodhesia del Sur,
pero
mentía, era evidente que nunca se había
movido
del Sahara.
De
todos modos me encantaba su elegancia,
su
manera de encogerse de hombros ante las
pequeñeces
de la vida, miraba a los franceses por la venta del café
y decía "los idiotas hacen hijos".
Los dos
o tres cazadores ingleses
que se
había comido le provocaban malos recuerdos
y aún melancolía,
"las cosas uno hace para vivir"
reflexionaba
mirándose la melena en el espejo del café.
Sí, lo
extraño mucho,
nunca
pagaba la consumición,
pero
indicaba la propina a dejary los mozos
lo saludaban con especial deferencia.
Nos
despedíamos a la orilla del crepúsculo,
él
regresaba a son bureau,
como decía,
no sin
antes advertirme
con una
pata en mi hombro
"ten
cuidado, hijo mío, con el París nocturno!"
Lo extraño mucho verdaderamente,
sus
ojos se llenaban a veces de desiertoLo extraño mucho verdaderamente,
pero sabía callar como un hermano
cuando emocionado, emocionado
yo le hablaba de Carlitos Gardel.
Horacio Salas tiene su versión propia, Anclao en Madrid:
llegó Quevedo sacudiéndose
los copos de la última nevada
y confirmó lo que pensábamos
los grabados eróticos de Picasso
-dijo-
me resultan auténticamente afrodisíacos.
Después muerto de frío
levantó el volumen de un disco del Polaco
y nosotros quedamos en silencio.
levantó el volumen de un disco del Polaco
y nosotros quedamos en silencio.
Garúa... tristeza...
Hasta el cielo se ha puesto a
llorar…
Parecería que no hay nada peor para un verdadero porteño que el pensar en la muerte lejos de su ciudad. Buenos Aires es, en la distancia, el deseo de la vuelta. Es la razón de ser, de existir y el olvido de todos los males, es la amante que no tiene reemplazo ni olvido:
si
estás lejos, mejor hay que amarte."
Buenos
Aires
de las
luces que a lo lejos
van
marcando mi retorno.
Son las
mismas que alumbraron
con sus
pálidos reflejos
hondas
horas de dolor."
Volver.
Volver.
cuando
yo te vuelva a ver,
habrá
más penas ni olvido."
Mi Buenos Aires querido.
Cortázar
va a describir el desarraigo no sólo en su Rayuela, sino en muchos de sus
poemas que serán pequeños tangos:
Julio Cortázar |
"Ser
argentino es estar triste,
ser
argentino es estar lejos."
* Ana Sebastián & Luis Labraña - Conferencia.
Publicada en Viva el tango Nº 9,
Buenos Aires, Academia Nacional del Tango, 1997.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario