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jueves, 22 de octubre de 2015


ENCUENTRO CULTURAL LITERARIO ARGENTINO LIBANÉS III

Palabras de ANA SEBASTIÁN

Continuación

Sí me voy a referir un poco a lo que aportaron estos inmigrantes que solían llegar aquí con pasaporte del Imperio Otomano y que por eso son llamados a veces cariñosa y otras despectivamente turcos. Aunque seguro no siempre les gustó y tal vez no les gusta cuando se los llama sirio-libaneses como no nos gustaría a nosotros que nos llamen “provincianos unidos del Río de la Plata”.

Pero tampoco voy a entrar en esa discusión porque conozco familias que tienen raíces en los dos países.

Ya en 1864 hay comunidades árabes en la Argentina, pero los primeros registros son de 1868.

A fines del siglo XIX arribaron a nuestro país ya empezaron a venir más masivamente los entonces llamados sirio – libaneses.

En 1900 en El diario de Buenos Aires aparece esta noticia:

“Nuestros vecinos de la República de Uruguay, han rechazado a 300 inmigrantes turcos por perjudiciales. Ahí andan por las calles de Buenos Aires, hombres, mujeres, desgreñados y sucios, pidiendo limosnas o expidiendo objetos tan inútiles como ellos “.- 

 Y en 1902 en Caras y caretas:

 
      “Hace años empezaron a verse en las calles de nuestra capital, grupos de hombres de tez bronceada y fez rojo, ocupados, con sus mal vestidas mujeres, en el ingrato oficio de «mercachifle», ofreciendo al transeúnte su banal muestrario de baratijas y menudencias industriales”.

 

 

       Según Juan A. Alsina en su libro La inmigración en el primer siglo de la Independencia publicado en Buenos Aires por Felipe S. Alsina en 1910 indica  que hasta 1909 habían venido de esa región 51.936, gente de distintas edades y oficios.

En 1909 Buenos Aires recibió 11.765 y se habían ido del país 1.628, por lo que quedó un saldo de 10.137 conformando 1.154 familias con 3.638 personas.

La mayoría, 5.730, declararon ser comerciantes y dependientes de comercio. El resto eran jornaleros, 1.906, agricultores, 1.477, cifra de la que duda Alsina. Había también costureras, modistas, sastres, panaderos y gente sin profesión.

Muchos se quedaron en Buenos Aires y en el litoral santafesino. Otros fueron a la región de Cuyo, San Juan, La Rioja, Mendoza, San Luis y al Noroeste: Santiago del Estero, Salta y Jujuy.

En cuanto a la religión, registra 6.428 católicos y 5.111 mahometanos.

Para el Centenario se calcula que la población sirio-libanesa era de 60.000 almas, según la estadística de la Dirección de Inmigración.

“Se han esparcido en todo el territorio al amparo de sus sistema de venta de baratijas, telas y quincalla, haciendo algunos de ellos notable evolución, hasta poder establecerse con capital y casa propia, para comerciar, participando un poco en las industrias matrices, ganadería agricultura y vinicultura, creándose vinculaciones sociales.”

En ese momento estaban en cuarto lugar en cuanto a número y pujanza, después de la inmigración italiana, española, rusa –es decir- judía.


En 1914 el Departamento de Trabajo de Tucumán indicaba:

“Y se les hace la guerra a muerte y se pregona que son vagos y se repite que no se radican; y se protesta que no son agricultores ni peones, mientras las fincas rurales están llenas de turcos agricultores que han aprendido como los criollos a pelar y cultivar la caña y que trabajan seis días a la semana; en las obras públicas y privadas hay braceros turcos; hay albañiles, carpinteros, hay vendedores de pan que venden más barato que los criollos, que los españoles y que los italianos, y por último, para demostrar la injusticia del cargo que se les hace de que no se radican, no hay más que oponer las cifras del censo de 1912, que les dá un capital de pesos muy respetables, que no tardará en igualar al comercio español o al italiano, arraigado desde hace mucho."
 
 

En Buenos Aires durante mucho tiempo hubo una parte de la ciudad conocida como El barrio de los turcos en el Paseo de Julio -actual Leandro Alem- y Reconquista entre Charcas  -actual Marcelo Torcuato de Alvear- y Córdoba, o sea, en Catalinas, en donde se establecieron los principales negocios, hoteles e importadores.



 


Para el Centenario la comunidad sirio-libanesa le regaló a nuestro país un Monumento que fue encargado al escultor italiano Garibaldi Affani fue inaugurado el 6 de enero de 1913 en su ubicación primitiva: la Plazoleta situada en el Paseo de Julio (hoy Av. Leandro N. Alem) entre Santa Fe y San Martín. Varios años más tarde fue trasladado a su ubicación actual en Bouchard y Sarmiento.

Es de destacar que estas personas que vinieron aquí huyendo de hambres, guerras, persecución, por la razón que fuera, vinieron aquí a poner el hombro.

No vinieron a pedir que los mantuvieran. En ellos se hizo carne eso de que “amar a la vida desde el trabajo es intimar con el más recóndito secreto de la vida”, palabras de uno de los escritores libaneses más conocidos mundialmente, Gibran Khalil Gibran que había nacido en Becharré un 6 de enero de 1883 y que, como muchos libaneses, buscó suerte en el nuevo mundo, en Estados Unidos, en donde murió en New York el 10 de abril de 1931.

Esos inmigrantes recién llegados fueron al conventillo, no le hicieron asco al trabajo, se ganaron la vida como pudieron.

Muchos empezaron como vendedores ambulantes y se los conocía en el barrio, se sabía hasta el día y la hora en que pasaban y las señoras de las casas salían a comprarles.

Como vimos se los gastaba y seguro sufrieron lo que todos los inmigrantes sufren. Se los imitaba: gabún, gabuneta, beine, beineta… Pero, después de años deambulando en la calle, se ponían su tienda, su mercería, su comercio… Eran emprendedores a base de romperse el lomo trabajando.

 
Vinieron a trabajar en lo que fuera… Su adaptación fue casi inmediata. Y nos dieron no sólo su aporte al trabajo, por lo tanto a la riqueza, sino también su aporte a la demografía.

 
Nos dieron a sus vástagos que, gracias a las leyes impuestas por la generación del 1880, de matrimonio civil, de educación primaria obligatoria, laica y gratuita y al servicio militar obligatorio, se sintieron argentinos.

Y así podemos nombrar desde deportistas a científicos, de escritores y periodistas a actores, locutores, presentadores, de empresarios a políticos, incluyendo a un presidente.

Aclaro que no hago consideraciones de orden ético ni estético ni distingo entre vivos y muertos ni avivados o tontos.

        Así tenemos:

Médicos: Mario FATALA CHABÉN que se especializó en el mal de chagas, Jorge Ricardo ESPER, José JURI, Jorge JOZAMI,

militares: Basilio LAMI DOZO, LLamil RESTÓN y Mohamed Alí SEINELDÍN, entre otros.

dirigentes sindicales: Germán ABDALA.

dirigentes deportivos: Antonio ALEGRE.

empresarios: Jorge ANTONIO, Alfredo YABRÁN, Abraham AWADA, Juliana Awada, Zulemita Menem, Alberto SAMID.

políticos: Elías ADRE, Oscar AGUAD, Néstor AHUAD, Julio ALAK, Alfredo AVELÍN, Daniel CHAIN, Envar el KADRI, Abel FATALA, Eduardo JOZAMI, Luis JUEZ, Juan Luis MANZUR, Carlos Saúl, Eduardo y Nair MENEM, Jorge Obeid, los RODRÍGUEZ SAA, los ROMERO FERIS, Ramón y Vicente SAADI, casi toda la familia SAPAG, Norberto YAUHAR, algunos de la familia YOMA.

deportistas: Pablo ABDALA, Julio Daniel y Omar ASAD, Darío HUSAÍN, Betina JOZAMI, Agustina HABIF, Carlitos MENEM, Javier Muñoz MUSTAFÁ y Daniel MUSTAFÁ, entre otros.

productores, directores de cine, artistas: Mauricio DAYUB, Omar CHABÁN, Jorge ZUHAIR JURY y su hermano Fuad Jorge JURY, conocido como Leonardo FAVIO, Julio MAHARBIZ, Nicolás SARQUÍS.

músicos, cantantes, compositores: Jorge ARDUH, Jorge y Yamila CAFRUNE, Domingo CURA, Miguel Ángel ESTRELLA, Eduardo y Juan FALÚ, José LARRALDE, Jorge MÉNDEZ, entre otros.

gente del mundo del espectáculo y el mediático: Anabella ASCAR Anabella, Alejandro AWADA, el genial Carlitos BALÁ, Julio CHÁVEZ, Alejandra, el Chino y Ricardo DARÍN, a la modelo Yamila DÍAZ-RAHI, a las actrices y vedettes: Zulma FAIAD, Beatriz e Isabel SALOMÓN, Mario SAPAG, Naím SIBARA, etc.

periodistas y empresarios de medios: Nagib BAACLINI, Daniel HADAD, Luis MAJUL, Karen MARON, Enrique SDRECH.

       Y entrando en el mundo de los escritores, los pensadores, los intelectuales: Jorge ASÍS, Jorge –conocido como Oche- CALIFA, Luis D'JALLAD, Zaki KONSOL, Víctor MASSUH, Juan José SAER, Juan YACER, además de los aquí presentes que hoy vamos a tener el placer de escuchar…. cuando nos lean algo de su obra propia y nos deleiten en esta velada.

        Pero antes de presentar a cada uno quiero decir algo de lo poco que sé sobre escritura libanesa.

Gibran Khalil Gibran, uno de los autores más conocidos internacionalmente, tiene publicada casi toda su obra en nuestro país porque es una búsqueda del mundo interior que hace con belleza y sabiduría.

Algunas de las primeras ediciones en nuestro país fueron posteriores. El martes pasado una alumna mía, Beatriz Faisal, me trajo Arena y Espuma – Axiomas y parábolas, editado en la Imprenta Rossi Argentina de Córdoba con tapa dura en 1946, una verdadera joya que guarda como tal porque era de los preferidos de su madre Carmen Beatriz Haiek de Faisal, hija de libaneses… Y es una joya.

        Gibran no encasilló su escritura en una corriente literaria única, derramó sensibilidad, espiritualidad, belleza y la derrama por el mundo porque es la obra de un libanés ciudadano del mundo.

Y eso es, en cierto modo, lo que pasa con muchos representantes de la cultura libanesa: en un momento dado son representantes del mundo.

        Me pregunto por qué. Y me respondo, volviendo tal vez a los antiguos fenicios, primero porque siempre tendieron una especie de puente de plata entre Oriente y Occidente.

        Y son representantes del mundo porque, por desgracia, siempre fueron víctimas de diásporas, pero supieron convertir el dolor en algo positivo, se adaptaron.

Lammenais solía decir: “El desterrado, donde quiera que esté está solo”. Juan Bautista Alberdi, una vez que volvió a nuestra patria y se tuvo que volver a ir a París, agregó: “aún en su propia patria.”

La guerra, la diáspora, el destierro marcan y marcan incluso a los que no eligen el destierro, pero que son hijos de desterrados…

Y lo sé por experiencia.

Por eso tal vez para muchos el tema del destierro pese…

Y por eso es que tenemos literatura libanesa en distintos idiomas: en árabe, en francés, en inglés y ahora en nuestro argentino…

Tal vez es por eso que, en realidad, conocemos muy poco a  los autores libaneses…

Elías Khoury, novelista beirutí o beirutense nacido en 1948 que vivió todas las vicisitudes de su país y se involucró, bien o mal  -no me corresponde a mí juzgarlo- en ellas, escribió en su novela de 1998 Bab al-Shams –traducida al inglés como Gate of the Sun – El portal del sol:

“Quiero decir que la verdadera guerra empieza cuando tu enemigo se convierte en tu espejo, y si lo matás a él te matás a vos mismo.”

Como anticipé, no voy a abundar en el tema de las guerras y los destierros, pero sí estoy segura de que marcaron y marcan esa literatura y de que esa literatura será tal vez el mejor instrumento para conocer los hechos, la cultura, la cotidianidad, los sentimientos, el alma libanesa.

Desde ese Kahlil Gibran  -conocido en el mundo desde principios del siglo XX- que fue y es profeta nacional- hasta Khouty, pasando por otros artistas: Los Hermanos Rahbani y sus musicales con sketchs sobre la realidad [entre paréntesis, Assi Rahbani se casó con Fairuz, cuyo verdadero nombre es Nouhad Haddad, la más famosa y distinguida artista y cantante del mundo árabe, La embajadora de las estrellas, La Embajadora de los árabes, Vecina de la Luna y La voz de la poesía], desde la narrativa irónica de Maroun Abboud y la de Hasan Daoud a la reciente de Iman Humaydane, periodista y escritora, además de antropóloga y socióloga, en todos está presente en forma expresa o sutilmente tácita la búsqueda de la identidad, de la verdadera existencia como nación, el cuestionamiento de los límites de la supervivencia, sea individual como colectiva, y la permanente incertidumbre ante el futuro.

La identidad libanesa es como un puzzle que se sigue construyendo día a día y, a menudo, en otras lenguas y que trata de concretar su fin: SER…

¡Y ES!

Y los libaneses SON, aunque estén dispersos, y SERÁN, como Gibran, ciudadanos del mundo.

Antes de presentar a nuestros invitados voy a terminar con estos pensamientos justamente de Gibran sobre el Líbano:

“Líbano, para los poetas de Occidente, es un lugar legendario cuya existencia desapareció con la muerte de David, de Salomón y de los profetas. […]

Si el Líbano no fuera mi país, yo lo habría escogido como tal.

Líbano es un vocablo poético y no el nombre de una montaña, vocablo que simboliza un sentimiento, y más allá de la imaginación, la imagen de los bosques de cedros que exhalan su aroma e incienso, la de torres de bronce y de mármol que se elevan majestuosas, la de multitud de gacelas que se recrean entre ruinas y valles. Vi al Líbano aquella noche como un pensamiento poético, como un sueño entre dos auroras.

Creo en ustedes y su destino. […]

Deben tener orgullo en ser americanos, mas también deben enorgullecerse de que sus padres y sus madres llegaran de una tierra en la que Dios colocó sus manos bondadosas e hizo surgir sus mensajeros. Jóvenes americanos de origen libanés, yo creo en ustedes.”

 Estas palabras recogidas póstumamente y que Gibrán le dedicó a los jóvenes norteamericanos de origen libanés, creo que son muy adecuadas para esta velada.

Inshal-lá podamos ver en estos escritores, descendientes de ese país que, más que un término, es un pasado, un presente y un futuro, la expresión clara de sentimientos, reflexión y poesía.  

        ¡Muchas gracias!

 ®© Dra. Ana Sebastián

 

Continuaron las lecturas de cada uno de los autores presentes.

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