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martes, 29 de abril de 2014

LA INVASIÓN VILLERA


Ponencia*
Primera parte

 
      Esta tarde fui convocado para hablar acerca de la cumbia villera, sus rasgos de identidad y la relación con el tango y la lengua standard de Buenos Aires.
      El primer punto a resolver era el objeto de estudio. Me pregunté si la cumbia era un objeto o un portal que se abre para acercarnos al complejo fenómeno popular de la lengua, la estética y la ética de ellos, los otros, los diferentes.
      El segundo punto consistía en saber si yo, como parte del sistema centralizado, era neutral o partícipe voluntario o inconsciente de esa corriente underground  emergente y si ésta era nueva o recurrente en la historia cultural argentina.
      Por último supe que tendría que caminar sobre el filo de la navaja en un tema tan proclive al error y clisar —como dirían los españoles— el nacimiento del tango con el de la cumbia villera, creyendo que ambos son simplemente producto de mala vida y que, como ambos surgen de los cordones periféricos de la Ciudad Buenos Aires, tienen que tener el mismo desarrollo.
        Preparé esta charla días atrás, en Amsterdam, con la misma fruición que en 1984 escribí, en esa ciudad, el libro Tango, una historia.
        En aquel entonces, de exilio obligado aún en democracia, mis compañeros de desvelo y de nostalgia eran Carlos Gardel, Alberto Gómez, Ignacio Corsini, Rosita Quiroga, el Tata Cedrón, Edmundo Rivero, Floreal Ruiz, Aníbal Troilo, Osvaldo Pugliese y esa línea emergente de estética  -grasa, kitsch, de mal gusto para muchos-: Juan D' Arienzo, Alfredo De Angelis y Héctor Varela, Alberto Castillo. Astor Piazzolla quedaba para los conciertos que daba en Amsterdam, Delft, Utrecht o Rotterdam, para las noches plácidas de invierno o la música de fondo en las cenas de amigos. La historia real estaba en esa acústica ida de los poetas del tango. Sus voces, esos débiles documentos que se diluían en el transcurrir de los años, fueron mi fuente de inspiración e investigación. Ellos eran el pasado: la historia buscada.
    Ahora, mis compañeros de ruta fueron otros, ahora me acompañaron -y quiero agradecerles- Damas Gratis, Yerba brava, Flor de Piedra, La Piba, Mala fama, Meta guacha y mis favoritos, Los pibes chorros.
       Visitar este mundo me subyuga.
       Ellos son el presente: la historia en construcción.
       El realizador francés Claude Lelouch, en su film Un hombre y una mujer puso en labios de Jean Louis Trintignan una frase de Giacometti: «Si en un incendio tuviese que escoger salvar entre un Rembrandt o un gato, optaría por el gato porque representa la vida.»
       Y la cumbia villera representa la vida.
       Aunque empobrecida y miserable no deja de ser vida con el mismo valor en todos los seres humanos, con los mismos miedos, soledades, pasiones, dolores y alegrías.
       Hoy presento ante ustedes el resultado de mis cavilaciones. 
       Es posible que, en las brumas de los Alpes, un soldado romano somnoliento viera con espanto y con sorpresa, en el tranquilo sendero que guardaba, las figuras  brumosas de los hombres empielados que cercenarían su cabeza. No llegaría a comprender lo que sucedía. Ni tampoco, días después, lo comprenderían los atónitos romanos al ver en los umbrales de sus villas a esos mismos bárbaros empielados bebiendo vino en cartón...

     

De El chamuyero
® © Ariel Quiroga
      Tango y cumbia villera...
      En general es más sencillo buscar sus similitudes. Pero esta actitud comparativa se ajusta más a una forma de pensamiento decimonónico, de la escuela krausista, anacrónica frente a las exigencias científicas de un mundo globalizado y de un espacio cubierto por la web.
      No hay permeabilidad cultural entre tango y cumbia villera, sólo un roce en el transcurso de un recambio cultural.
      La cumbia villera no se encuadra dentro de un proceso de traspaso de la cultura, de una transición a una dimensión superadora.
      La cumbia villera es una ruptura total de las pautas y valores del sistema hegemónico imperante. La hegemonía cultural permitió, permite aún, fisuras tales como las producidas por el cuarteto, el rock nacional o la murga. Fisuras de encaje, escape de presión, manifestaciones inocuas estas últimas.
       En contraposición, la cumbia villera desconoce lo permitido o prohibido en un sistema cultural que ignora.
      Los habitantes de la cumbia villera, esos personajes grises mimetizados con las penumbras del anochecer, mimetizados con las luces de las salas de juegos, mimetizados con los cordones de las veredas, con los árboles de las plazas, con las tenues lamparitas de los quioscos, esos personajes amarronados que nos negamos a vislumbrar, a los que ignoramos, son parte de la escenografía ciudadana.
         Son ellos quienes aterran a los miembros de las buenas familias, mayores de medio siglo, cuando los noticieros anuncian los desmanes acontecidos en los estadios de fútbol, en las marchas piqueteras o en los recitales de Patricio Rey y sus redonditos de ricota, banda que, por otro lado, fue la única en captar con sus letras herméticas a este sector social.

 
 
                                                                                         Continuará con la 2ª parte...
 
 
 
 
 
 
AGUANTE LA CUMBIA VILLERA!!!




 

  Lic. Luis Labraña
Coordinador
Programa Lengua & Cultura Metropolitana
DGPCUL - Ministerio de Cultura - GCBA
           * Ponencia en el marco del PREFORUM BARCELONA 2004 / 25-26-27 marzo 2004
              CENTRO CULTURAL GRAL. SAN MARTÍN - SECRETARÍA DE CULTURA -
             SUBSECRETARÍA DE PATRIMONIO CULTURAL - CIUDAD DE BUENOS AIRES
FACEBOOK: Argentino Metropolitano
Twitter: @lenguametropol



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