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La cumbia villera no manifiesta
la villa miseria, la cumbia villera manifiesta el fracaso de un segmento
histórico argentino, el fracaso de los conductores alternantes de la política
estatal, incapacitados de aprovechar y poner en movimiento la energía potencial
de este país.
La diferencia entre tango y
cumbia villera radica en la realidad que vivió uno y la realidad en que
transcurre la otra.
Veamos de qué realidades
hablamos al comparar el tango con la cumbia villera.
“El tango es un
fenómeno de tipo cultural que se desarrolla en el seno de una sociedad
específica. Se manifiesta como la intrincada amalgama de vivencias e ideologías
contrapuestas que se asientan geográficamente en dos ciudades de la cuenca del
Plata: Buenos Aires y Montevideo. Por lo
tanto es - y no puede ser otra cosa – el emergente cultural de la fusión del
substrato criollo con los nuevos colonizadores: los inmigrantes quienes
aportaron la nuestra idiosincrasia e ideología tanto o más que la colonización
española.”
El tango tiene sus orígenes en esos barrios
marginales de mediados del siglo XIX en donde se cuece a fuego lento una nueva
cultura popular que se manifestará en sus pautas de comportamiento.
En esos antiguos caserones
coloniales, convertidos en casas de inquilinato llamadas conventillos, se desarrolla una nueva generación de jóvenes que no
tienen como parámetro a su antecesor, el gaucho de la campaña, sino al negro y
sus ritmos africanados. A estos nativos se sumará un contingente de inmigrantes
europeos que aportará a esta nueva sociedad su memoria cultural: artes,
espíritu de lucha, concepción de la vida, tradiciones, sentido de la
laboriosidad, oficios, técnicas de explotación de la tierra, técnicas y
experiencias e industriales y de servicios, tradiciones religiosas y
familiares, nueva formas culinarias que afectarían los gustos de la ex colonia
española.
Una auténtica invasión que llegó en 1887 a superar en número a los nativos de la ciudad de Buenos Aires sin contar con que gran parte de esos nativos eran ya hijos de inmigrantes nacidos en este suelo.
La sociedad que acunó al
tango fue una sociedad promisoria, en despegue.
Fue políglota, con todo el
significado filosófico del lenguaje.
Tuvo un profundo sentido
de solidaridad y compañerismo y desenvolvió muy especialmente la organización
social y sindical.
Tuvo un profundo sentido
de la esperanza en el devenir. Estuvo compuesta, mayoritariamente, por una población que había dejado atrás la guerra y el hambre. Pese a los contratiempos y las dificultades miró hacia el horizonte esperando un sol que calentara a todos en paz y con trabajo.
La inmigración depositó su
herencia cultural en este suelo
posibilitando el desarrollo del pensamiento, la lengua, las artes y la
industria.
Podríamos afirmar que el
tango fue producto de las clases laboriosas esperanzadas en un mundo mejor que
nunca conocieron, pero que confiaban y creían estar en condiciones de
construirlo con su propio esfuerzo.
En contraposición
definiría a la cumbia villera como un epifenómeno de una línea estética
subyacente en la otra Argentina.
Diría que es un documento
acústico que permitirá a los investigadores futuros iniciar la búsqueda, dentro
de cincuenta o cien años, de los orígenes de su nación contemporánea. Nación
que, en estos tiempos, aún no existe. Poseemos un territorio delimitado, una
población y un estado regulador y administrador, pero no constituimos aún una
Nación.
Nuestro estadio es incipiente, nuestro desarrollo está retardado. Retardo, quizás, al lento proceso de desmembramiento, eliminación, fusión y consolidación de una formación social.
Nuestro tiempo histórico está
signado por los enfrentamientos. La variedad cultural de las diferentes olas inmigratorias nos dejó como herencia témpanos ideológicos de muy lenta disolución, debido quizás al equilibrio existente entre sus partes: ateos, creyentes, liberales, progresistas, comunistas, progresistas, socialistas, anarquistas, fascistas, etc.
Este equilibrio se mantiene
porque cada una de esas formaciones del pensamiento fue sustentada por un poder
real en sus territorios de origen y trasladadas en sus maletas como un sueño
irrenunciable por los inmigrantes. Sueño que se trocó en ideología, con
una total negación al cambio de la visión vital.
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