TEXTOS DE PARTICIPANTES V
BEATRIZ FAISAL
Nacida en Buenos Aires, de padres entrerrianos descendiente de
libaneses, fue criada bajo la mirada severa de su padre que hubiera deseado
tener un varón y se lo manifestaba en cada oportunidad que se presentaba.
Sólo tiene una hermana – discapacitada-, cuya discapacidad
justamente hizo que la familia le exigiera todo a ella y que careciera de las
complicidades de la fraternidad.
Como muchas personas cercanas a gente en estas condiciones, odia
utilizar expresiones como capacidades
diferentes y toda una serie de eufemismos “distractores y políticamente
correctos”. Siempre fue y sigue siendo responsable respecto a su hermana, es
una permanente preocupación y una real
ocupación, tanto para su madre como para ella. La vida la compensó con las
fraternidades elegidas: una cantidad de amigas compinches, incondicionales.
Su padre murió demasiado joven y las obligaciones familiares
quedaron a su cargo.
Hizo la escuela secundaria con orientación en Ciencias: Física
y Mátemáticas.
Estudió en el Instituto Superior del Profesorado de Lenguas
Vivas y además se recibió de Meteoróloga.
De chica no se dedicaba mucho a la lectura ni al deporte. Recién
empezó a practicar deportes de adulta.
Casada, con dos hijos: el varón, casado con una chilena,
vive en Santiago de Chile adonde Beatriz va cuando puede a disfrutar de
sus dos nietos y su hija, en Buenos Aires.
Una vez divorciada, vive en compañía de su gata Mía.
Siempre me quiso expresar sus opiniones, sus sentimientos, sus
pensamientos e incluso sus fantasías, aunque nunca se había dedicado a
escribir. Por medio de la web encontró en 2013 algo para seguir: este Seminario – Taller y se anotó. Pero la
profesora se había accidentado y empezó recién en el segundo semestre. Cuando iba
a comenzar después de las vacaciones de invierno, a su vez, Beatriz se
accidentó en su casa: dolores, la cara negra, morada... Cuando volvió a verse “normal otra vez”, se incorporó al curso
un mes después.
“La onda fue automática, me sentía incluida desde el principio y
hoy, aunque no voy más, sigo siendo amiga de Ana.” dice.
Trata de disfrutar de suss nietos a los que considera -con
criterio bien hassídico, aunque siente el orgullo de su sangre libanesa- “la
recompensa que nos da el cielo por no haber matado a los hijos...”
Le hubiera gustado ser abogada y nunca podría ser polícía o
militar. De renacer, querría ser un balsámico y sugestivo clavel o una gata -¿entendido?,
¡no un gato!-. Y es lógico: es observadora, incisiva, aguda, más rápida y feroz
que un rayo. Y tal vez por eso le gustan
las tomentas y sonido de las rompientes… Su sola mirada puede ser fatal.
Rebelde a su manera, no se compromete con lo que no le cae bien,
pero su honradez no la lleva a borrarse: es solidaria, voluntariosa,
persistente, amigable. Y suele decir verdades que caen como piedras. Lo peor
tal vez es lo que suele callar…
Tal vez por eso se deleita con escribir algunas cosas al estilo
de Dalton Trevisan.
Espera que al llegar al Paraíso, Dios le diga: "Acá
está tu papá esperándote..." o, si no, “lo hiciste lo mejor que pudiste”.
Hace un tiempo abandonó el curso por
razones personales, pero no se ausentó… al contrario, se la sigue considerando
parte y arte.
EL PEOR SILENCIO
Al
estilo de D. Trevisan.
En el silencio de la noche el aullido se hacía más agudo.
Me
despertaba, me angustiaba, me
desvelaba.
Lo tenía localizado, era en la pared entre el baño y el placard.
Revisé el placard tantas veces… Nada.
Aaauuuuuhh! Seguía retumbando en mis
oídos.
La segunda noche fue peor. Y la tercera…
Había dolor en el lamento.
Los vecinos no lo escuchaban. Me miraban raro: -¿un aullido en la pared, de noche?
Seguramente lo soñaste.
No aguantaba más, abrí todas las canillas, la fría primero, la
caliente después y dejando el agua correr me dormí.
A la madrugada me desperté sobresaltada. Cerré todo y el
silencio era absoluto, envolvente, opresivo. ¿Se fue?
Apoyé la cabeza en la pared y nada.
Busqué un vaso para escuchar mejor, nada.
Me desesperé y empecé a golpear la pared en búsqueda de alguna
señal, no hubo respuesta.
Corrí a agarrar un martillo y golpeé con furia, después con la
maza. Se abrió un boquete, pero no veía ni oía nada. Seguí rompiendo, desesperada,
asustada.
Finalmente atravesé los ladrillos y ahí estaba… un pedazo de ala
quebrada y unas uñas rotas ensangrentadas.
Nunca más lloró.
CUALQUIER
SEMEJANZA CON LA REALIDAD…
I. Sus charlas, sus palabras, sus
sonidos, su perfume, su risa, su mirada.
El desorden, su ropa desparramada,
el mate, los papeles, la música, el ruido, sus caricias.
El silencio, el orden y la calma
no pueden reemplazar su presencia.
Se lo extraña y su foto sobre el mueble no
le hace justicia.
II. Seria, callada, introvertida.
Despeinada, sucia, mal vestida.
Desagradable en todos los sentidos
la convirtieron los años de manicomio.
III. El océano, el agua, la
espuma, la sal. Las conchillas, la arena. El viento y el sol.
La música, los aplausos, las ovaciones
y la reina del verano desfilando ante los ojos la multitud.
IV. Lo conocí y él era joven,
divertido, atlético y deportista. Entusiasta. Se involucró en política y la
mentira, la vergüenza, la falta de plata, los negociados fueron cambiando su
ánimo.
Se hizo viejo en poco tiempo.
Canoso, arrugado, frío, distante, aburrido.
Depresivo y mala onda nos fue
alejando a todos hasta quedarse solo con su mal humor.
V. Joven, ingenua, soñadora.
Confiada e inocente. Aferrada a los valores heredados. De pelo oscuro,
inteligente, flaca y controvertida.
Generosa en la amistad y en el
amor.
Divertida y conversadora.
Si se enoja, se pone seria,
enmudece, sus ojos se tornan vidriosos y su boca se sella. Se recoge el
cabello, cruza sus brazos y se aisla.
®© Beatriz Faisal, 2014-2016.